Si algo no se puede negar es que desde el primer momento en que Langostino se lanza al mar en busca de aventuras éstas llegan de inmediato y cargadas de peligros: tormentas, un pez "serrucho", ballenas, un pulpo inmenso y muy enojado...y en medio de todo una botella con un mensaje tentador: la posibilidad de encontrar un tesoro.
Tras la ola que deposita a Corina y a su dueño en una isla, aparentemente la del citado tesoro, nativos de no muy buenas intenciones los acechan, además de una gigantezca víbora y un gorila que se ha enamorado de la nave-remolcador...
Un detalle más: la referencia a ídolos del deporte de la época, tanto internacionales (Paavo Nurmi) como argentinos (Zabala, Labruna). También a una figura del cine: Robert Taylor.
En la tercera y última parte, se devela el misterio del tesoro...