Maestros

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viernes, 25 de abril de 2014

La mirada de tres medios sobre la presencia de Joaquín Lavado en la inauguración de la Feria del Libro 2014




La fiesta de la lectura comenzó con humor
Quino"Dibujo para que el mundo
 vaya para el lado de los buenos"
 El creador de Mafalda, el gran personaje de historieta que celebra 50 años, 
fue la estrella de la apertura del megaencuentro de la literatura que se extenderá 
hasta el 12 de mayo próximo en el predio de La Rural, en Palermo
 Por María Elena Polack | La Nación



La Nación -  Foto: Fabián Marelli 



"Dibujo para que el mundo vaya para el lado de los buenos, el de Los Beatles, el de John Lennon", sentenció de manera magistral Joaquín Lavado, Quino, y tal vez sin quererlo ni pensarlo le dio un cross en la mandíbula a la dirigencia política que lo escuchó anoche en el acto inaugural de la 40» Feria del Libro , muestra que se extenderá hasta el 12 de mayo próximo en La Rural. 
El gran dibujante, que creó hace 50 años a la siempre vigente Mafalda, fue celebrado por un público emocionado que había esperado más de dos horas y media para escucharlo. Antes, en la Sala Jorge Luis Borges, Quino y su audiencia debieron escuchar cuatro discursos convertidos en una esgrima verbal entre relato y realidad. Con la memoria intacta, aunque bromeó con la posibilidad de no acordarse escudándose en sus 81 años, el padre de Mafalda fue mucho más que un humorista que convocaba la atención del público.

Durante un diálogo cálido, cómplice y genuino con los periodistas Cristina Mucci y Carlos Ulanovsky, habló mucho de sí mismo quizá sin darse cuenta. "No quiero decir lo ancho y gordo que estoy por haber sido elegido por la Feria del Libro (para su apertura oficial). A partir de ahora, voy a ser muy respetado", dijo con una sonrisa tenue, mientras miraba al público que lo aplaudía largamente. 
Siempre se supo que Quino no era proclive a la religión, pero reveló que durante muchos años leyó la Biblia, tal vez como fuente de inspiración: "Es que tiene partes muy divertidas, como Sodoma y Gomorra, donde había gente que quería tener sexo con los ángeles y cuando Dios vio eso dijo: «Terminemos con esto»". 
No esquivó su vejez, que lleva con mucha elegancia. Es delgado y camina muy despacio, aunque acepta con una sonrisa una mano que le brinde apoyo. "Cuando puedo voy al cine o a conciertos, pero no estoy dibujando, estoy perdiendo el tiempo de una manera lamentable." 

Sometido a una suerte de examen de memoria sobre los apellidos de sus personajes más ilustres, hizo sobrevolar el fantasma de casi todos los adultos mayores. Escudándose en un falso Alzheimer, respondió tomándose tiempo, pero sin errar que Miguelito se apellida Pitti, Susanita es Susana Clotilde Chiruzzi, Manolito es Moreiro y que la madre de Mafalda se llama Raquel. Pero se quedó de una pieza cuando Ulanovsky le preguntó por el nombre del padre de Mafalda, lo que derivó en un hilarante ping pong: "El padre no tiene nombre", se puso serio Quino. "En estos días, leí en un libro que se llama Ángel", aportó Ulanovsky. "Ah, sí... me interesa el tema", retrucó Quino para deleite de la platea. Y dejó flotando la duda de la identidad del padre de Mafalda, así como si el parecido entre don Sosa, el portero del edificio de la niña de historieta, y Gabriel García Márquez había sido adrede o una simple coincidencia. 

Para los más jóvenes del auditorio, entre los que había muchos chicos, fue impactante escuchar que uno de sus personajes preferidos no usaría la computadora para su trabajo: "Mi vínculo con el mundo digital es pésimo. Ahora me siento un analfabeto total. No entiendo lo del dinero virtual, que se cotice en bolsa, que haya gente que gana o que pierda dinero con el dinero virtual". Y, en ese vínculo pésimo, admitió que hace poco tiempo usa un teléfono celular "pero sólo para hablar por teléfono". El resto de las aplicaciones corren por cuenta de su esposa, Alicia Colombo, según confesó, y a quien le agradeció públicamente "su colaboración y su comprensión" por aceptarlo como ha sido con su profesión. 

Aclaró que "Mafalda no se lee en todo el mundo" porque no se conoce ni en Rusia ni en Asia, sino que es un personaje que caló hondo en parte de Europa y en América latina. Y destacó que fue su esposa la que impulsó la difusión de su obra. "Yo no contestaba las cartas. Y había un editor italiano que me escribía y quería editar Mafalda. Entonces Alicia le contestó y así empezó todo." 

No quedaron dudas de que el servicio militar cumplido en Mendoza, su provincia natal, le dejó muy malos recuerdos y lo considera, junto con "ser minero en Bolivia", de los peores trabajos: "Sufrí muchísimo en el servicio militar. Era algo tan distinto a mí. Las humillaciones a las que te someten... como regar con una latita un campo enorme y perder un montón de tiempo. Eso sí, me gustó bastante tirar al blanco. Dentro de mi espíritu pacifista, tengo un costado violento". 

Quino dibujó a Mafalda durante nueve años, entre 1964 y 1973. "Pero nunca terminé de aprender a dibujarla. Tenía que calcarla", sostuvo, mientras Cristina Mucci le marcaba que si hubiera podido trabajar con una computadora en aquellos tiempos la tarea hubiera sido más sencilla. 
Después de Mafalda, nunca volvió a tener un personaje fijo de historieta. "Lo dibujé nueve años, hace 41, y sigue vigente. Qué plomo, ¿no?", se preguntó él mismo mientras confirmaba que le tiene mucho cariño a Mafalda por todo lo que le ha dado en su trayectoria. Y, por ese motivo, aunque tuvo propuestas para que el personaje saliera del papel y se convirtiera, por ejemplo, en estrella de una comedia musical, lo rechazó: "Soy un dibujante sobre papel. No me gusta salirme de eso. Mafalda me gusta así y no quiero que me la vengan a cambiar". 

Fue tan sencilla, divertida y lúcida su presentación como su despedida del auditorio. Esquivó la invitación a hablar de "tema libre" que le hizo Ulanovsky: "Yo hablo muy poco. Después de pasarme 60 años pensando qué se me podía ocurrir, ya no se me ocurre qué puedo decir". 
Fue el final justo para un hombre genial. El público le agradeció de pie con un aplauso cerrado de más de un minuto, en el que Quino sonrió feliz y algunos de los dirigentes políticos allí presentes recibieron otra clase, la de ser querido sin condiciones. 

EXPRESIONES QUE HICIERON REÍR EN LA FERIA 

"Durante mucho tiempo leí la Biblia, pero no con sentimiento religioso, sino porque tiene partes muy divertidas" 

"Mi vínculo con el mundo digital es pésimo. Ahora me siento un analfabeto total" 

 "El humor nace del sentido crítico que se tiene de las cosas. Es dificilísimo hacer humor hablando bien de una persona".




Quino recordó la paciencia de su mujer cuando él abrazó el dibujo “como una religión ortodoxa"
(www.entretenimiento.terra.com.ar)



VIERNES, 25 DE ABRIL DE 2014 
QUINO INAUGURO LA FERIA  CON UNA CHARLA DESACARTONADA 
Una ovación para el maestro

El dibujante admitió ante una multitud que estaba “ancho, largo y gordo” por haber sido elegido para abrir el encuentro. El padre de Mafalda, personaje que cumple 50 años, dialogó con los periodistas Cristina Mucci y Carlos Ulanovsky, con el humor en primer plano. 
 Por Silvina Friera - Página/12


Más redondo, imposible. ¡Qué ovación abrazó al maestro que “supo interpretar el pensamiento argentino”! Ese hombre de pocas palabras que no cultiva el arte de la esgrima verbal –pero es un creyente del dibujo, una especie de “religión ortodoxa” que practicó durante 60 años– y que admitió ante una multitud que estaba “ancho, largo y gordo” por el orgullo de inaugurar ayer la 40ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, le imprimió un brillo singular a este comienzo. Joaquín Lavado, el queridísimo Quino, el padre de Mafalda –personaje que cumple 50 años–, dialogó con los periodistas Cristina Mucci y Carlos Ulanovsky en una apertura distinta, acaso más irreverente y desacartonada, por obra y gracia del humor. 

Quino se definió como “un dibujante político” que dibuja con la intención de que “el mundo cambie para el lado bueno” y se mostró asombrado por la vigencia de un puñado de tópicos que atraviesan sus historietas. “Tengo una cosa que me sorprende de mí mismo y es cómo he hecho temas que cuarenta años después parece que fueron dibujados ese mismo día. El mundo repite siempre los mismos errores, es increíble”, aseguró Quino en la sala Jorge Luis Borges.
Es rigurosamente cierto lo que comentó Ulanovsky para presentarlo: nueve de cada diez argentinos leyeron alguna vez Mafalda; hay por lo menos tres generaciones con el imaginario marcado por frases y reflexiones de los personajes que inventó. Dibujar durante nueve años a esa pequeña heroína fue “un plomo”. Quino confesó que nunca aprendió a dibujarla, que tenía que calcarla porque era “muy torpe”; pero reconoció el cariño que les tiene tanto a la protagonista principal como “a los personajes que aparecían una sola vez en la tira”. El tema del poder es central en su obra. “Soy un dibujante político que ha tenido una familia muy politizada. Cuando alguien dice ‘a mí no me interesa la política’, está haciendo política. Una política negativa”, subrayó en otro de los momentos más celebrados por el público. 

Su tío Joaquín Tejón, un andaluz dibujante, fue una “influencia” fundamental. Cuando Quino era un niño de tan sólo 3 años, en su Mendoza natal, ese tío los cuidaba a él y a sus hermanos cuando los padres salían. “Como no había televisión, sacaba un lápiz y un papel y se ponía a dibujar. Ahí me di cuenta de que de un lapicito sale lo que se te dé la gana.” Sufrió “muchísimo” el servicio militar en Mendoza. “No encajaba conmigo, no soportaba las humillaciones”, precisó el humorista, aunque aclaró que le gustaba bastante manejar un arma. “Dentro de mi espíritu pacifista, tengo un costado violento, pistolero”, bromeó. 

Cómo no recordar la “comprensión y paciencia” de su esposa Alicia Colombo cuando se tomó en serio la vocación, “como una especie de religión ortodoxa”; y a sus editores de toda la vida, Kuki Miler y Daniel Divinsky de Ediciones de la Flor, que lo escuchaban y lo aplaudían desde las primeras filas. “Ahora que ya no dibuja, ¿cómo canaliza la necesidad expresiva?”, quiso saber Ulanovsky. “Estoy perdiendo el tiempo de una manera lamentable”, respondió. Hasta hace unos años se acordaba bastante de las frases de Mafalda. Ahora no tanto. “No entiendo cómo dibujé todo esto, parece que lo hubiera dibujado otro.” 

Antes del esperado diálogo con Quino, Gustavo Canevaro, presidente de la Fundación El Libro, recordó los tiempos de la dictadura militar cuando “no se conformaron con censurar textos sino que llegaron al horror de silenciar vidas y voces, muchas de ellas muy cercanas al mundo editorial”. Y asumió: “Nos debemos aún una autocrítica por lo que no vimos o no quisimos ver como institución”. Canevaro elogió las políticas de largo plazo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), el Plan Nacional de Lectura y los constantes apoyos de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería como “ejemplos de políticas de Estado plurales, de alta calidad, destinadas a hacer una sociedad auténticamente lectora”. Pero también enumeró un abanico de problemas sin resolver. “La industria en su conjunto sufre serias dificultades causadas por la baja o nula rentabilidad, producto de la falta de incentivos impositivos –planteó–. La exención del Impuesto a las Ganancias a los autores ha quedado ridículamente desactualizada, así como también persiste el bajo nivel de competitividad internacional de las editoriales argentinas, producto de la asimetría fiscal generada por la imposibilidad de recuperar el IVA acumulado en toda la cadena del valor del libro.” También alertó sobre los “graves problemas” con el precio del papel, “un commodity que debemos pagar hasta un 50 por ciento más caro que en otros países”. Entre las cuentas pendientes añadió que tampoco se han resuelto aún todas las vías para importar libros, una cuestión que afecta muchas veces a pequeños distribuidores o directamente al público lector. 

Rodolfo Hamawi, director de Industrias Culturales, remarcó que la Feria es “un logro a favor de la cultura, de la edición y de los lectores”. “Esta Feria encuentra al que podemos denominar como sistema editorial en un punto de máximo desarrollo: autores, editores, librerías, papeleras e imprentas, sosteniendo el record de edición de los 30.000 títulos editados en 2013”, resumió Hamawi y anunció la puesta en marcha del proyecto Plataforma del Libro Digital Argentino. Esta iniciativa, explicó el director de Industrias Culturales, permitirá a las editoriales “unificar la oferta del libro digital y desarrollar una herramienta de comercialización que ponga a la edición nacional a la vanguardia de los procesos de convergencia digital”. Hernán Lombardi, ministro de Cultura de la Ciudad, afirmó que el libro es “la forma más pura, más intensa, más profunda y más auténtica de celebrar la libertad”. Alberto Sileoni, ministro de Educación de la Nación, destacó las políticas de Estado que han contribuido a distribuir 67 millones de libros en todo el país. “Más libros en las aulas suman democracia a la democracia; construye subjetividades y desarrolla pensamiento crítico”, esgrimió Sileoni. “Necesitamos palabras y libros para la igualdad, muchos libros para seguir alimentando el alma argentina.”



Amor a raudales: Quino ayer en el escenario principal de la Feria del Libro (EFE/Clarín)



La estrella de Quino iluminó 
la apertura de la fiesta literaria 
por Julieta Roffo - Clarín - 25/04/14
”A partir de hoy me voy a tener un respeto muy grande”, dijo el autor de Mafalda, feliz de abrir la Feria. 
Y emocionó al asegurar que dibuja para el mundo “de los Beatles, de Lennon, el de los buenos”. 



Hacía varios años que la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no se llenaba de tanto público, especialmente jóvenes. Así fue ayer, en la sala Jorge Luis Borges de La Rural, que tiene una capacidad de 800 personan pero en la que hubo alrededor de mil. Era para abrirle la puerta para ir a jugar a la 40ª edición de la Feria, y era también para ver a Quino, invitado este año para hacer los honores. Y aunque el autor de Mafalda estaba sentado en el escritorio con los periodistas Cristina Mucci y Carlos Ulanovsky desde antes de que la ceremonia empezara, hubo que esperar para escucharlo.
Antes, la formalidad: hablaron el presidente de la Fundación El Libro, Gustavo Canevaro, el Director Nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, y el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni. 

Pero empecemos por el postre, que es lo más dulce. En primera fila estaban Daniel Divinsky y Kuki Miller, editores históricos de Quino, junto a Alicia Colombo, compañera de toda la vida del dibujante. Con bombos y platillos Ulanovsky presentó a Quino: “De Mendoza y del mundo”, dijo. Primer gran aplauso en la sala, el público de pie. La última en sentarse fue Alicia, que se acercó un poco al escenario para ver mejor a su compañero. 9 de cada 10 argentinos de las últimas generaciones leyeron a Mafalda, contó Ulanovsky, y Mucci agregó que es la historieta más leída de toda Latinoamérica. “Y cincuenta años después seguimos hablando de ella”, le dijo Mucci a Quino. “¡Qué plomo!”, bromeó entonces el dibujante, que recordó la noche en que sus padres fueron al cine y su tío Joaquín se quedó a cuidarlo a él y a sus hermanos: “Yo tenía tres años, no había tele, así que sacó lápiz y papel y adentro del lápiz había un mundo”. Ese mundo que “El” Guille –así dice Quino cada vez que habla del hermanito de Mafalda– mamarrachea en las paredes de su casa para el estupor de su madre. “Le tengo mucho cariño a la Feria, es un hecho cultural de gran importancia y me da mucha alegría que vengan las familias. Haber sido elegido para inaugurarla me hace sentir ancho y largo y gordo. A partir de hoy me voy a tener un respeto muy grande”, reflexionó Quino. Y cuando Ulanovsky le preguntó cuál había sido su peor trabajo, sin dudar respondió: “El servicio militar. Era humillante, nos hacían regar un terreno enorme con una latita chiquita”. Sin dudar también respondió cuál era el apellido de Manolito (“Goreiro”). Para el de Miguelito (“Pitti”) y para el nombre completo de Susanita (“Susana Clotilde Chirusi”) tuvo que hacer un poco más de memoria, pero finalmente Ulanovsky sentenció: “Está aprobado, Quino”. Y hubo más aplausos. 

“Hay que ir a los museos, ver pinturas, esculturas, hay que leer”, dijo. Por años y sin que mediara ninguna creencia religiosa, leyó mucho la Biblia: “Es un gran libro y tiene episodios muy divertidos. Como en Sodoma y Gomorra, que Dios manda a dos ángeles a ver qué pasa con toda esa obsesión sexual tan desarrollada de los hombres y se encuentra con que querían tener sexo con los ángeles, y entonces ahí Dios decide ‘Bueno, ya, les mandamos fuego’”, resumió con ironía. Y sobre esa idea de que dibujaba para cambiar el mundo, Ulanovsky le preguntó para qué mundo dibujaba. Entonces Quino –que se despidió de la sala repleta con su público gritándole “Te queremos”– respondió: “Para el de Los Beatles, para el de John Lennon, para el bueno, para el mundo bueno”. Porque, que se sepa, el mundo en el que se escribe Imagine es el mismo en el que se denuncian los palitos de abollar ideologías.

Antes fue la apertura formal. Desde la Fundación El Libro, Canevaro señaló que un aniversario redondo obliga a recorrer la historia de la Feria. “Nos debemos una autocrítica por lo que no vimos o no quisimos ver como institución”, dijo. Hablaba de la dictadura militar. Celebró políticas estatales como la distribución de libros que lleva a cabo la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares y a la vez enumeró un “abanico de problemas” como la baja o nula rentabilidad producto de “la falta de incentivos impositivos”, la asimetría fiscal generada por la imposibilidad de recuperar el IVA, el precio del papel y las trabas que subsisten a la hora de importar libros. Hamawi celebró el récord de títulos editados en 2013 –30.000, indicó– y destacó la importancia del Estado en la adquisición de ejemplares. Hizo propaganda del Encuentro Federal de la Palabra y, en general, a la gestión de su cartera. Lombardi, a su turno, invitó a recordar no sólo a Julio Cortázar y a Adolfo Bioy Casares en sus centenarios sino también a Isidoro Blaisten, a diez años de su muerte. Se abstuvo de hablar de sus actividades culturales porque quería escuchar a Quino. Sileoni destacó la necesidad de que los libros lleguen a las aulas y anunció que este año se distribuirán 10 millones de ejemplares. Pero la emoción de la noche estaba con Quino y no fue retaceada. Feliz feria.



  
Quino y Mafalda: El orgullo, la felicidad y la reflexión para varias generaciones de argentinos. 
(La Nación y Imneuquen.com.ar)








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