El caricaturista, artísta plástico, docente, periodista y fotógrafo Hermenegildo Sábat recibió hace unos días esta importante distinción de la Universidad de Buenos Aires. Sábat, ganador de los Premios Konex y Moors Cabot y declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, nació un 23 de junio de 1933 en Montevideo, Uruguay. Ha publicado numerosos libros, entre los cuales se encuentran Al Troesma con cariño, Sentido Pésame, Una satisfacción tras otra, La casa sigue en orden y Que no se entere Piazzolla.
Las dos notas que siguen pertenecen a la página de la UBA (sobre la distinción en sí) y al sitio La Verdad on line (que traza un extenso perfil del artista):
Hermenegildo Sábat recibió el título
de Doctor Honoris Causa
22.05.2015 | CULTURA - UBA
El artista estuvo acompañado por la decana de la Facultad de Psicología, Nélida Cervone,
y por el secretario de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación de la UBA, Jorge Biglieri.
y por el secretario de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación de la UBA, Jorge Biglieri.
Sábat aseguró que "esta distinción va dirigida a una sucesión de individuos que viven todos integrados en mi persona"
El artista Hermenegildo Sábat recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. El artista estuvo acompañado por la decana de la Facultad de Psicología, Nélida Cervone, quien hizo un repaso por la vida del historietista, destacando los antecedentes artísticos de su familia; y por Jorge Biglieri, secretario de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación de la UBA. Cervone destacó que los dibujos de Sábat “recorrieron tanto lo más difícil como lo excelente de la Historia de la Argentina.
Esta distinción se le otorga por ser uno de los caricaturistas políticos más reconocidos de Latinoamérica, tanto a nivel nacional como internacional”.
Sábat confesó que “fui muy malo en las aulas, me aburría mucho y para entretenerme hacía caricaturas de mis profesores y compañeros. Esta distinción va dirigida a una sucesión de individuos que viven todos integrados en mi persona”.
Entre los considerandos de la resolución del Consejo Superior se destaca que Sábat “publicó sus primeros dibujos a los quince años en el diario Acción de Montevideo”, que “ha sido profesor titular de Dibujo en la carrera de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de esta Universidad desde la creación de la carrera”, que “actualmente es Presidente de la Academia Nacional de Periodismo”, que “ha realizado numerosas exposiciones de dibujo, pintura y fotografía en el país y en el exterior, destacándose sus retrospectivas en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, el Museo de Arte de San Pablo y el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, que “sus comentarios en forma de caricatura se han publicado en el exterior, entre otros medios en Le Monde, L’Express, The New York Times y O Globo”.
Esta es la distinción mayor que concede la Universidad de Buenos Aires. En el caso de la cultura, se concede a figuras que se hayan destacado por sus aportes, hayan tenido o no un vínculo con la UBA.
UBA
ENCUADRE
Un tal Sábat
Por Ismael A. Canaparo
http://www.laverdadonline.com/
A Hermenegildo Sábat no le gustaba la escuela. Lo dijo muchas veces: “A mí nunca me gustó el estudio”. Y agregaba, para ratificar lo anterior: “Fui muy malo en las aulas. Me aburría mucho y para entretenerme, hacia caricaturas de mis profesores y compañeros”.
En un reportaje que le hizo Guillermo Saccomanno (talentoso escritor y guionista de historietas), dijo que admiraba a Quino, Francisco Solano López, Eduardo Risso, Enrique Alcatena, Caloi, José Muñoz, Horacio Altuna, Andrés Cascioli y Juan Giménez, explicando por qué cree que aún más grande es Hugo Eugenio Pratt, historietista italiano, creador del personaje de Corto Maltés. Consideraba, además que los humoristas eran en general “más plásticos, más valiosos” que los historietistas.
Hermenegildo Mariano Sábat Garibaldi (conocido también como Menchi Sabat) nació el 23 de junio de 1933, en Montevideo, y se nacionalizó argentino en 1980. Pertenece a una familia de notables artistas: su padre fue el dibujante, periodista y escritor Juan Carlos Sábat Pebet. Su abuelo, Hermenegildo Sábat Lleó, nacido en España, llegó a Uruguay a corta edad, se dedicó a la pintura y fue un popular caricaturista.
Publicó sus primeros dibujos a los quince años en el diario Acción de Montevideo. Trabajó como fotógrafo, impresor ófset, redactor y periodista. En 1965 fue nombrado redactor del diario El País, pero luego tomó la decisión de renunciar, argumentando que no deseaba asumir la tarea de conducir un periódico. A partir de allí, abrazó su vocación de artista plástico.
Ya en la Argentina desde 1966, empezó con enormes bríos a desarrollar su carrera de caricaturista en el diario La Opinión, las revistas Primera Plana y Atlántida y desde 1973 en el diario Clarín, donde ilustra la página de política.
Sábat cree que Oesterheld abrió caminos. “Su importancia, que tardíamente comenzó a valorarse, es muy grande. Se puede hablar del dibujo y la historieta antes y después de Oesterheld, en todo el mundo. Los guionistas posteriores son hijos suyos. Héctor era un hombre que se ponía delante de una maquinita de éstas (toca el grabador) y hablaba. Después, escribía y dibujaba”, dice Menchi.
Tiene en su haber numerosos homenajes y reconocimientos. Recibió el Premio Konex, Diploma al Mérito otorgado por la Fundación Konex en 1982; el premio María Moors Cabot, entregado por la Universidad de Columbia en 1988; fue declarado “personalidad emérita de la cultura argentina” y “Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires” en 1997; recibió el título de doctor honoris causa de la Universidad de la República (Uruguay) y fue declarado “Ciudadano Ilustre de Montevideo” (en 2003), entre otros galardones.
Sábat ha sido reconocido, además, por su “conducta intachable frente al poder”. Dio su testimonio en el filme “Gardel, el alma que canta”, dirigido en 1985 por Carlos Orgambide. Actualmente es miembro de la Academia Nacional de Periodismo.
En su momento, exactamente al día siguiente de la coronación de la Argentina en el Mundial de 1978, publicó en Clarín una caricatura de Jorge Rafael Videla y la del Matador Kempes, cuando éste se dirige como una tromba hacia el dictador. El gobierno militar lo acusó de minimizar la figura del presidente de facto, pretendiendo insinuar que “el jugador va con la intención de agredir al mandatario” (sic). Increíble, pero cierto. También realizó dibujos caricaturescos sobre otros personajes del fútbol, como José Manuel Moreno, al que admiraba muchísimo, porque coincidían en la amistad con otro grande, Aníbal Troilo.
Además, su mágica pluma se contagiaba con ese deporte, pese a que sus trabajos tenían claramente una orientación política. Es así que desfilaron desde Amadeo Carrizo hasta Carlos Peucelle, pasando por Emilio Masantonio, Severino Varela, Pescia, Lazzatti, Angel Labruna, Néstor Rossi, Adolfo Pedernera, Ricardo Infante y Félix Loustau, entre otros cracks de la época. Casi todos se publicaban en la sección deportes de la revista Primera Plana.
Una vez le preguntaron si Montevideo está presente en sus dibujos. “No, porque le soy fiel. No la conozco tanto como para trasladar por lo menos el espíritu al papel. Yo puedo ir y sacar una foto, por ejemplo, de la calle Río Negro y 18 de Julio, y esa esquina la reproduzco tal cual. Pero eso no es más que una copia de una realidad momentánea. A lo mejor dentro de un año a esa esquina la tiran abajo, hacen un rascacielos y se acabó. Lo que quisiera graficar es el espíritu de Montevideo, no la realidad material. Para eso tendría que haber vivido allá”, contestó.
A lo largo de su trayectoria, Sábat fue un constante innovador. Es que las innovaciones se producen cuando determinados textos que ilustra el profesional lo obligan a enfocar una gráfica adecuada para llegar al lector. Menchi lo consiguió con creces porque fue buscando, con la mayor propiedad, darle toda la efectividad a sus dibujos, entre la violencia o la dulzura que tenga ese proyecto deseado. Suele reconocer, en rueda de amigos, que su dibujo no es un producto potable.
Asumió con tranquilidad las críticas que le propinó Cristina Fernández de Kirchner, cuando publicó una caricatura de ella. En esos días, la Presidenta le apuntó a la ilustración del periodista y artista plástico, calificándola como un "mensaje cuasimafioso". El editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum, defendió a Sábat, asegurando que "El Gobierno no entiende lo que es el papel de la prensa en una sociedad democrática. No desde ahora, sino desde la anterior gestión tiene una apreciación equivocada de lo que debe ser la labor del periodismo. Me parece una exageración lo que dijo sobre el papel de la prensa cuando el periodismo dice algo que no se ajusta al deseo oficial".
Es ganador del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI, en la modalidad Homenaje, entregado por CEMEX y por la Fundación Nuevo Periodismo, organismo que estaba presidido por Gabriel García Márquez. En 2009 participó con un original de una caricatura de El Dante, realizado para el diario Clarín, en la muestra Bicentenario: 200 años de Humor Gráfico, que el Museo del Dibujo y la Ilustración realizó en el Museo Eduardo Sívori de Buenos Aires, homenajeando a los más importantes creadores del Humor Gráfico en la Argentina.
En los últimos días, Hermenegildo Sábat fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. Lo decidió el Consejo Superior por iniciativa de Jorge Biglieri, secretario de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación y pasó primero por la Comisión de Enseñanza de la Universidad. Es el reconocimiento mayor que concede la UBA. En el caso de la cultura, se distingue a figuras que se hayan destacado por sus aportes, hayan tenido o no un vínculo con la universidad. Antes que Sábat lo recibieron Quino, el dramaturgo Mauricio Kartún, la familia del músico Aníbal Troilo, la familia del cineasta y cantante Leonardo Favio y el director de teatro y coreógrafo Oscar Araiz.
La distinción fue entregada anteayer, en el Salón Histórico del rectorado de la UBA. Sábat la recibió de manos de Nélida Cervone, decana de la Facultad de Psicología, y dijo: “Tengo que hacer algunas precisiones. Nací en un ámbito de gente culta, pero no soy académico, fui autodidacta y, a veces, lo lamento”.
Menchi no estuvo solo en ese momento tan lindo. A su lado estaban Gardel, Pichuco, Cortázar, Kempes, José Manuel Moreno, Pipo Rossi, Pedernera y Angelito Labruna, entre tantos otros. Entre los argumentos que hicieron posible la distinción, se decía que Sábat “publicó sus primeros dibujos a los quince años en el diario Acción de Montevideo”, que “ha sido profesor titular de Dibujo en la carrera de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA desde la creación de la carrera”, que “actualmente es Presidente de la Academia Nacional de Periodismo”, que “ha realizado numerosas exposiciones de dibujo, pintura y fotografía en el país y en el exterior, destacándose sus retrospectivas en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, el Museo de Arte de San Pablo y el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, que “sus comentarios en forma de caricatura se han publicado en el exterior, entre otros medios en Le Monde, L’Express, The New York Times y O Globo. Y hace más de cuarenta años que sus artículos y comentarios se publican en Clarín (...)”.
Todo creador pareciera requerir un territorio propio, con sus códigos, sus señales, su lenguaje y también con sus personajes. Sábat reúne todas estas connotaciones, pero, a la vez, se planta como un transgresor involuntario de una técnica especial para su rol de caricaturista. Y convoca, por otro lado, citas ilustres, censuras veladas, homenajes encubiertos y la tensión, hasta el paroxismo, de una combinación de géneros que la “crítica culta” suele arrojar el tacho de las literaturas y poéticas marginales.
En un reportaje que le hizo Guillermo Saccomanno (talentoso escritor y guionista de historietas), dijo que admiraba a Quino, Francisco Solano López, Eduardo Risso, Enrique Alcatena, Caloi, José Muñoz, Horacio Altuna, Andrés Cascioli y Juan Giménez, explicando por qué cree que aún más grande es Hugo Eugenio Pratt, historietista italiano, creador del personaje de Corto Maltés. Consideraba, además que los humoristas eran en general “más plásticos, más valiosos” que los historietistas.
Hermenegildo Mariano Sábat Garibaldi (conocido también como Menchi Sabat) nació el 23 de junio de 1933, en Montevideo, y se nacionalizó argentino en 1980. Pertenece a una familia de notables artistas: su padre fue el dibujante, periodista y escritor Juan Carlos Sábat Pebet. Su abuelo, Hermenegildo Sábat Lleó, nacido en España, llegó a Uruguay a corta edad, se dedicó a la pintura y fue un popular caricaturista.
Publicó sus primeros dibujos a los quince años en el diario Acción de Montevideo. Trabajó como fotógrafo, impresor ófset, redactor y periodista. En 1965 fue nombrado redactor del diario El País, pero luego tomó la decisión de renunciar, argumentando que no deseaba asumir la tarea de conducir un periódico. A partir de allí, abrazó su vocación de artista plástico.
Ya en la Argentina desde 1966, empezó con enormes bríos a desarrollar su carrera de caricaturista en el diario La Opinión, las revistas Primera Plana y Atlántida y desde 1973 en el diario Clarín, donde ilustra la página de política.
Sábat cree que Oesterheld abrió caminos. “Su importancia, que tardíamente comenzó a valorarse, es muy grande. Se puede hablar del dibujo y la historieta antes y después de Oesterheld, en todo el mundo. Los guionistas posteriores son hijos suyos. Héctor era un hombre que se ponía delante de una maquinita de éstas (toca el grabador) y hablaba. Después, escribía y dibujaba”, dice Menchi.
Antes que Sábat lo recibieron Quino, el dramaturgo Mauricio Kartún,
la familia del músico Aníbal Troilo, la familia del cineasta y cantante Leonardo Favio,
y el director de teatro y coreógrafo Oscar Araiz. ( Fotografía: www.arsomnibus.com.ar)
la familia del músico Aníbal Troilo, la familia del cineasta y cantante Leonardo Favio,
y el director de teatro y coreógrafo Oscar Araiz. ( Fotografía: www.arsomnibus.com.ar)
Sábat ha sido reconocido, además, por su “conducta intachable frente al poder”. Dio su testimonio en el filme “Gardel, el alma que canta”, dirigido en 1985 por Carlos Orgambide. Actualmente es miembro de la Academia Nacional de Periodismo.
En su momento, exactamente al día siguiente de la coronación de la Argentina en el Mundial de 1978, publicó en Clarín una caricatura de Jorge Rafael Videla y la del Matador Kempes, cuando éste se dirige como una tromba hacia el dictador. El gobierno militar lo acusó de minimizar la figura del presidente de facto, pretendiendo insinuar que “el jugador va con la intención de agredir al mandatario” (sic). Increíble, pero cierto. También realizó dibujos caricaturescos sobre otros personajes del fútbol, como José Manuel Moreno, al que admiraba muchísimo, porque coincidían en la amistad con otro grande, Aníbal Troilo.
Además, su mágica pluma se contagiaba con ese deporte, pese a que sus trabajos tenían claramente una orientación política. Es así que desfilaron desde Amadeo Carrizo hasta Carlos Peucelle, pasando por Emilio Masantonio, Severino Varela, Pescia, Lazzatti, Angel Labruna, Néstor Rossi, Adolfo Pedernera, Ricardo Infante y Félix Loustau, entre otros cracks de la época. Casi todos se publicaban en la sección deportes de la revista Primera Plana.
Junto a Magdalena Ruiz Guiñazú (Perfil)
Una vez le preguntaron si Montevideo está presente en sus dibujos. “No, porque le soy fiel. No la conozco tanto como para trasladar por lo menos el espíritu al papel. Yo puedo ir y sacar una foto, por ejemplo, de la calle Río Negro y 18 de Julio, y esa esquina la reproduzco tal cual. Pero eso no es más que una copia de una realidad momentánea. A lo mejor dentro de un año a esa esquina la tiran abajo, hacen un rascacielos y se acabó. Lo que quisiera graficar es el espíritu de Montevideo, no la realidad material. Para eso tendría que haber vivido allá”, contestó.
A lo largo de su trayectoria, Sábat fue un constante innovador. Es que las innovaciones se producen cuando determinados textos que ilustra el profesional lo obligan a enfocar una gráfica adecuada para llegar al lector. Menchi lo consiguió con creces porque fue buscando, con la mayor propiedad, darle toda la efectividad a sus dibujos, entre la violencia o la dulzura que tenga ese proyecto deseado. Suele reconocer, en rueda de amigos, que su dibujo no es un producto potable.
Asumió con tranquilidad las críticas que le propinó Cristina Fernández de Kirchner, cuando publicó una caricatura de ella. En esos días, la Presidenta le apuntó a la ilustración del periodista y artista plástico, calificándola como un "mensaje cuasimafioso". El editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum, defendió a Sábat, asegurando que "El Gobierno no entiende lo que es el papel de la prensa en una sociedad democrática. No desde ahora, sino desde la anterior gestión tiene una apreciación equivocada de lo que debe ser la labor del periodismo. Me parece una exageración lo que dijo sobre el papel de la prensa cuando el periodismo dice algo que no se ajusta al deseo oficial".
Es ganador del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI, en la modalidad Homenaje, entregado por CEMEX y por la Fundación Nuevo Periodismo, organismo que estaba presidido por Gabriel García Márquez. En 2009 participó con un original de una caricatura de El Dante, realizado para el diario Clarín, en la muestra Bicentenario: 200 años de Humor Gráfico, que el Museo del Dibujo y la Ilustración realizó en el Museo Eduardo Sívori de Buenos Aires, homenajeando a los más importantes creadores del Humor Gráfico en la Argentina.
Diario Clarín
En los últimos días, Hermenegildo Sábat fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. Lo decidió el Consejo Superior por iniciativa de Jorge Biglieri, secretario de Relaciones Institucionales, Cultura y Comunicación y pasó primero por la Comisión de Enseñanza de la Universidad. Es el reconocimiento mayor que concede la UBA. En el caso de la cultura, se distingue a figuras que se hayan destacado por sus aportes, hayan tenido o no un vínculo con la universidad. Antes que Sábat lo recibieron Quino, el dramaturgo Mauricio Kartún, la familia del músico Aníbal Troilo, la familia del cineasta y cantante Leonardo Favio y el director de teatro y coreógrafo Oscar Araiz.
La distinción fue entregada anteayer, en el Salón Histórico del rectorado de la UBA. Sábat la recibió de manos de Nélida Cervone, decana de la Facultad de Psicología, y dijo: “Tengo que hacer algunas precisiones. Nací en un ámbito de gente culta, pero no soy académico, fui autodidacta y, a veces, lo lamento”.
Menchi no estuvo solo en ese momento tan lindo. A su lado estaban Gardel, Pichuco, Cortázar, Kempes, José Manuel Moreno, Pipo Rossi, Pedernera y Angelito Labruna, entre tantos otros. Entre los argumentos que hicieron posible la distinción, se decía que Sábat “publicó sus primeros dibujos a los quince años en el diario Acción de Montevideo”, que “ha sido profesor titular de Dibujo en la carrera de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA desde la creación de la carrera”, que “actualmente es Presidente de la Academia Nacional de Periodismo”, que “ha realizado numerosas exposiciones de dibujo, pintura y fotografía en el país y en el exterior, destacándose sus retrospectivas en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, el Museo de Arte de San Pablo y el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, que “sus comentarios en forma de caricatura se han publicado en el exterior, entre otros medios en Le Monde, L’Express, The New York Times y O Globo. Y hace más de cuarenta años que sus artículos y comentarios se publican en Clarín (...)”.
Todo creador pareciera requerir un territorio propio, con sus códigos, sus señales, su lenguaje y también con sus personajes. Sábat reúne todas estas connotaciones, pero, a la vez, se planta como un transgresor involuntario de una técnica especial para su rol de caricaturista. Y convoca, por otro lado, citas ilustres, censuras veladas, homenajes encubiertos y la tensión, hasta el paroxismo, de una combinación de géneros que la “crítica culta” suele arrojar el tacho de las literaturas y poéticas marginales.
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