Recuerdo que no hace no mucho tiempo (quizás en algún momento de 2014), iba una tarde caminando por la callecita de la Casa Rosada cuando vi pasar a Tomás Sanz con cierta lentitud (llevaba un bastón). Mientras continuaba hacia -supongo- la concreción de algún trámite en una oficina pública, iba pensando que este hombre, con tanta trayectoria en el periodismo y en el humor gráfico, podía pasar por allí en paz, como un desconocido ilustre, siendo quien mucho hizo desde Humor Registrado por el reestablecimiento de la Democracia en nuestro país. Un ejemplo más de gente que desde su casi anonimato ha dado tanto y muy bueno a sus semejantes.
Por todo esto y porque aún no tuve la posibilidad de ver su muestra en el Museo del Humor, he copiado la siguiente nota publicada en el diario La Razón, que ayuda a trazar el perfil de este gran artista, patrimonio genuino y noble de nuestra cultura popular:
Tomás Sanz: Su ingenio y su talento en el Museo del Humor
“Zapatos en la heladera” es la muestra en la que el humorista expone dibujos publicados en la revista “Humor”, donde fue su director, en “Olé”, donde está actualmente, y muchos de su archivo personal. Imperdible.
Por Paula Conde - Pconde@larazon.com.ar - Miércoles 13 de Mayo - La Razón
“Tomás, Tomás, Tomás querido, hicimos una colecta con los muchachos y pudimos traerte este regalo”. El periodista Juan Sasturain le ofrece un globo celeste a Tomás Sanz. Son las dos de la tarde de un sábado de mayo, en el pituco Museo del Humor (MuHu), en Costanera Sur. Como el Paseo de la Historieta está por sumar dos nuevas esculturas -la del Eternauta y la de Tía Vicenta-, puertas afuera hay festejo, hay música a todo volumen, hay globos de colores, hay un escenario donde en un rato tocará “La Bomba de Tiempo”. Pero ahora, en la entrada del MuHu, el dibujante y humorista Tomás Sanz recibe el globo de la mano de su amigo Juan y como buen hincha de “La Academia” le dice entre dientes: “Podría al menos tener unas rayitas blancas, ¿no?”. “Es todo lo que pudimos conseguir”, le retruca entre risueño, cariñoso y muy serio Juan Sasturain.
Tomás Sanz -Tom para los amigos- es uno de los cracks del humor gráfico argentino y hasta el 26 de junio en el Museo del Humor se podrá visitar la muestra “Zapatos en la heladera. 50 años de dibujos en busca de un lugar”. Allí, el humorista expone sus mejores dibujos, algunos publicados en la revista “Humor” en las décadas del 70, 80 y 90, otros en el diario “Olé”, donde escribe y dibuja actualmente, y otros de su archivo personal, dibujos que hizo porque sí, por el solo impulso de agarrar un lápiz y un papel. Talentoso e inquieto, una vez se propuso copiar tal cual la página de una revista. El desafío no era calcarla, sino copiarla a mano, en una hoja un poco más grande y con un lápiz negro. Lo consiguió. Una página reproducida hasta el más mínimo detalle de la antigua revista literaria “Leo Plan” forma parte de esta exposición: “Hice cinco como ésas. Nunca más. No sabés lo que tardé, es una locura”, cuenta Sanz, de 78 años, en una recorrida de lujo para los amigos, donde además de Sasturain está el dibujante Costhanzo, también del staff de “Olé”. “Acá estás un poco Durañona”, le tira Sastu, delante de uno de los dibujos, y sigue: “¿Y acá? ¿Por qué Kempes está como pingüino?”. “¡Qué sé yo! Ya ni me acuerdo”, se ríen.
En una vitrina, fotos en blanco y negro muestran a un menos canoso y buenmozo Tomás en una entrevista con el técnico Carlos Bilardo: “Lo cargábamos tanto en ‘Humor’ que un día lo llamé para hablar. Me atendió él mismo y me dijo: ‘¡Cómo me pegan ustedes!’. Pero no hubo problemas para hacer la nota”, recuerda Tomás, quien empezó como dibujante y creativo publicitario, pero pronto se destacó como ilustrador y guionista en las revistas “Satiricón” y “Chaupinela” y fue director de “El Ratón de Occidente” y “Humor”.
En la exposición, el humorista y guionista Meiji (Jorge Meijide) dice de Tomás: “Un escritorio limpio es signo de una mente enferma. Entrar a la oficina de Tomás Sanz en el cuarto piso de ‘Humor’ era enfrentar las Torres Gemelas de papeles, el Empire State, el Kavanagh y las Petronas”. Mientras que Sasturain lo define como “un ocho discreto que no se tira al piso”. En otra foto histórica, en una muestra sobre la revista “Humor”, se lo ve junto a Tato Bores, que mira de reojo los dibujos, mientras Tomás está con los ojos cerrados: “¡Mirá la cara de Tato! Está como diciendo ‘¿Qué hago acá con estos tipos?’”.
Tomás Sanz -Tom para los amigos- es uno de los cracks del humor gráfico argentino y hasta el 26 de junio en el Museo del Humor se podrá visitar la muestra “Zapatos en la heladera. 50 años de dibujos en busca de un lugar”. Allí, el humorista expone sus mejores dibujos, algunos publicados en la revista “Humor” en las décadas del 70, 80 y 90, otros en el diario “Olé”, donde escribe y dibuja actualmente, y otros de su archivo personal, dibujos que hizo porque sí, por el solo impulso de agarrar un lápiz y un papel. Talentoso e inquieto, una vez se propuso copiar tal cual la página de una revista. El desafío no era calcarla, sino copiarla a mano, en una hoja un poco más grande y con un lápiz negro. Lo consiguió. Una página reproducida hasta el más mínimo detalle de la antigua revista literaria “Leo Plan” forma parte de esta exposición: “Hice cinco como ésas. Nunca más. No sabés lo que tardé, es una locura”, cuenta Sanz, de 78 años, en una recorrida de lujo para los amigos, donde además de Sasturain está el dibujante Costhanzo, también del staff de “Olé”. “Acá estás un poco Durañona”, le tira Sastu, delante de uno de los dibujos, y sigue: “¿Y acá? ¿Por qué Kempes está como pingüino?”. “¡Qué sé yo! Ya ni me acuerdo”, se ríen.
En una vitrina, fotos en blanco y negro muestran a un menos canoso y buenmozo Tomás en una entrevista con el técnico Carlos Bilardo: “Lo cargábamos tanto en ‘Humor’ que un día lo llamé para hablar. Me atendió él mismo y me dijo: ‘¡Cómo me pegan ustedes!’. Pero no hubo problemas para hacer la nota”, recuerda Tomás, quien empezó como dibujante y creativo publicitario, pero pronto se destacó como ilustrador y guionista en las revistas “Satiricón” y “Chaupinela” y fue director de “El Ratón de Occidente” y “Humor”.
En la exposición, el humorista y guionista Meiji (Jorge Meijide) dice de Tomás: “Un escritorio limpio es signo de una mente enferma. Entrar a la oficina de Tomás Sanz en el cuarto piso de ‘Humor’ era enfrentar las Torres Gemelas de papeles, el Empire State, el Kavanagh y las Petronas”. Mientras que Sasturain lo define como “un ocho discreto que no se tira al piso”. En otra foto histórica, en una muestra sobre la revista “Humor”, se lo ve junto a Tato Bores, que mira de reojo los dibujos, mientras Tomás está con los ojos cerrados: “¡Mirá la cara de Tato! Está como diciendo ‘¿Qué hago acá con estos tipos?’”.
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