Maestros

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miércoles, 20 de octubre de 2010

EGOISTO, un personaje de Roberto Battaglia






Entre fines de los años '40 y principios de los '50, Roberto César Battaglia (firmando como Robert Battle) presentaba en la edición argentina de la revista Pobre Diablo (originalmente chilena) algunas páginas de humor y el personaje al que dedicamos esta entrada: Egoísto.
Recordemos que Battaglia ya participaba de la editorial Dante Quinterno: En Patoruzito con Mangucho y Meneca - luego Don Pascual- mientras que en la Patoruzu semanal tendría su página de chistes estrenando más tarde Motín a Bordo. Y Egoísto finalmente quedó relegado en las preferencias de los lectores y coleccionistas, aunque también es cierto que Pobre Diablo no tenía tanta aceptación como las revistas de Quinterno. Es, en definitiva, un personaje prácticamente olvidado.



 


 
    

  
   

Aunque no deja de ser sumamente interesante: si leemos estos episodios escaneados, podríamos a priori emparentarlo con los "malos" de la época u otros posteriores: Chiquizuel, Barrabás, Fallutelli, Cicuta...son algunos de los ejemplos. Pero sería un error: todos estos son malos que no conocen lo que es el bien, el mal es la característica única de su personalidad... mientras que en Egoísto pasa otra cosa. Incluso aquellos disfrutan haciendo el mal, se ríen de sus acciones...y en algunos casos también les sale el tiro por la culata y resultan castigados. Egoísto no parece feliz con su accionar, ni tampoco recibe su merecido. Casi que al contrario, parecería que quienes los rodean tienden un manto de piedad y perdón hacia él. Pero...¿porqué?
Veamos:
a) Su mujer está muy triste (¿por una situación en particular o por el carácter de la persona que tiene al lado?). El decide ir a comprar una radio. Pensamos que lo hace para distraerla de las preocupaciones y alegrarle un poco la existencia. Pero no: la utiliza él mismo para ignorar y olvidarse del sufrimiento de ella. Sin embargo, su rostro nos indica que no está disfrutando la situación, como correspondería a un malo clásico. Sigue "enojado".
b) Un vagabundo lo sigue por la calle interesado en la colilla de su cigarro. Pero él en vez de dársela o tirarla en cualquier lugar de la vereda, lo hace exáctamente sobre un charco de agua, inutilizando la colilla. El gesto del personaje es aquí también adusto, casi extraviado. Y, como en otros episodios, es cruel con su interlocutor.
c) Tal vez en el colmo de esa crueldad y desaprensión, Egoísto -molesto por el calor- no tiene mejor idea que quitarle la protección a su hijo y utilizarla en beneficio propio, haciendo sufrir al bebé.
d) A pesar de que un mecánico que hacía dedo arregla su coche desinteresadamente, él lo deja plantado.
e) Para fin de año a su esposa no le compra champagne sino...¡soda!
f) El extremo es el último ejemplo: mientras lee el diario se da cuenta que se refleja en un espejo. Para "evitar" la lectura de su doble, gira y se pone de espaldas a aquel. Egoísto es mezquino hasta con él mismo...


No sabemos en realidad si mujer y niño son su familia directa, o una hermana, o un hijo de otra persona. Lo cierto es que conviven con él o al menos -en el caso del nene- alguien depositó su confianza en Egoísto para pasearlo. El resto de los personajes se sorprenden ante su actitud, pero no vemos escenas en que estos reaccionen enojados o indignados. No hay castigo. Nadie parece condenarlo, sino que más bien lo aceptan como es, como si supieran algo de él que nosotros no conocemos y por eso lo "bancan".
Sin pretender ni mínimamente entrar en análisis psicológicos que desconozco, la posible respuesta está en ese cuadro donde es egoísta con él mismo. Evidentemente no es feliz con su personalidad pero no puede evitar ser como es. Como si alguna vez algún hecho lo hubiese marcado y por lo tanto, desencantado para siempre de la vida. Egoísto no cree ni en sí mismo ni en los demás. Por fortuna no es demasiado peligroso, su accionar sólo afecta leve y transitoriamente a quienes lo rodean. Porque el verdadero afectado es él mismo. Esa cara de enojo permanente tiene en sus ojos un aire de infinita tristeza, de extravío cercano a la locura.
Pero, mágicamente, Battaglia hace de este transfondo angustiante un punto de partida para el humor. Y nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, que por "civilizados" escondemos o reprimimos momentos en que quisieramos ser crueles aún con quienes amamos. Egoísto no tiene filtro porque en el fondo sufre más que nadie, tal vez por eso no sólo nos cueste odiarlo, sino que nos inspira cierta ternura.

Me pregunto si Battaglia habrá pensado en estos aspectos al crearlo o simplemente quiso hacer un juego mostrando que la exageración de la crueldad puede transformarse en humor. Y que por lo tanto mis comentarios son sólo divagues de los que él se debe estar riendo donde quiera que esté.
Lo cierto, al menos para mí, es que su creación es tan rica en aspectos que da pié a sacar conclusiones, sean estas acertadas o nada más que una pérdida de tiempo.



Los episodios corresponden a los números 205, 206, 209 y 210 (1949) y a los números 215 y 235 (1950) de la revista Pobre Diablo.