Maestros

Maestros

sábado, 23 de mayo de 2015

Panza Verde: De Entre Ríos con humor



Este reportaje a Rubén Bitz -creador de la revista Panza Verde- corresponde al mes de febrero de 2015 (fecha en que la publicación de Concordia cumplió nada menos que 28 años), pero recién lo descubrí ayer buscando, como suele ocurrir, otros temas de humor. Aunque en el listado de la derecha hay un apartado especial para el, considero que Sonrisas Argentinas le está debiendo al humor del interior muchas entradas, no solo referidas a la actualidad del mismo sino a toda su historia, que es muy rica y extensa en años.
Por lo pronto, empezamos con la siguiente nota, ya que el humor del interior -como las empanadas- tiene su propia identidad en cada una de nuestras queridas provincias...




A 28 Años de la revista Panza Verde en Concordia 
Por Gonzalo Acosta
www.diariojunio.com.ar - 26 de febrero de 2015



La Panza Verde cumplió 28 años de publicación ininterrumpida en la ciudad de Concordia. Teniendo como estandarte el humor, pasó por todos los períodos económicos y políticos de la democracia, desde Alfonsín al segundo mandato de Cristina, pasando por Menem y de la Rúa. Es decir, La Panza Verde salió a la calle en formato A4, fotocopiada y en papel prensa (actualmente). Para dicho aniversario de los 28 años, DIARIO JUNIO entrevistó a su creador: el dibujante, humorista y periodista Rubén Bitz; quien por el año 1987 se afincó a orillas del río de los pájaros para fundar en la tierra de Diógenes “mono” Taborda la mítica revista Panza Verde.


- ¿La revista Panza Verde nació cómo una búsqueda de la identidad entrerriana? 
- La Panza Verde nace basándose en Humor, Hortensia y Satiricón, de esas tres mezclas con la búsqueda de lo entrerriano. Yo estaba haciendo la revista Blandengue en Rojas y Berp! Provechitos de humor, y ya la tenía en la cabeza el hacer una revista entrerriana, y me vine a recorrer la provincia allá por el ´86, y me encontré con el problemas de las costas, la de Paraná miraba a Santa Fe, y la de acá al Uruguay, y la parte céntrica desierta. 

- En los 28 años de peregrinaje de Panza Verde (siendo la publicación de humor más antigua en circulación), ¿qué cosas quedan por buscar? 
- Hay que buscar la simplicidad de palabras, como los pies de página de la Panza, ese es un ejercicio mental que me produce placer hacer. El arte tiene que conducir a la justicia social y al bien común, y eso es la Panza Verde. 

- ¿Hay humor entrerriano?
 - La búsqueda del humor entrerriano siempre ha sido definida de afuera; por el porteño. A nosotros nos toman como agrandados y fantasiosos, la sacamos barata, pero al correntino como cuchillero, al santiagueño como dormilón, al tucumano como ladrón, el cordobés como cara de bidet… 

- ¿El humor tiene algo de oposición, de insumisión al orden establecido? 
- En sí el humor es resistencia, pero también existió humor oficialista, como fue la última etapa de la revista Humor, el humor oficialista se hace ridiculizando a la oposición, el humor político está basado en la lógica. O el humor cordobés, por ejemplo, que está basado en el absurdo total, la risa que te produce la carcajada, no tiene lógica, después sino está el humor universal que es el humor mudo. 

- En tu humor gráfico, los lugares naturales están muy presentes, son cómo un personaje más… 
- Sí, es una especie de reconocimiento, es un agradecimiento al terruño, a la tierra, es una belleza la geografía entrerriana. 

- ¿Alguna vez dejaste de dibujar? 
- Dos veces dejé de dibujar, una cuando le llevé unos dibujos a (Pío Augusto) Cognini quien era director de la revista cordobesa Hortensia, vio un dibujo y me preguntó qué más hacía, y le dije que hacía de carpintero para pagarme la estadía cordobesa, me aconsejó dedicarle a la madera. Después el italiano Andrea Versani, me hizo prestar atención a un detalle, me dijo que todos mis personajes estaban en posición pasiva, y era cierto; me hizo dar cuenta internamente que me había dedicado demasiado a observar. Entonces cambié y empecé a buscar más la acción en los personajes, más participación y compromiso. 

- Hablando de arte y la justicia, ¿cómo es qué Diógenes “mono” Taborda, uno de los más famosos humoristas nacionales, nacido en Concordia y no tiene ninguna referencia en su ciudad y en Buenos Aires tiene su calle? 
- Los nombres de las calles de Concordia son de extranjeros, no hay entrerrianos casi, salvo que algún partido político que haya estado en el gobierno ponga a unos de sus representados, pero en la parte cultural no hay nada, por eso reivindico esas luchas por lo simbólico, como poner Isidoro Blaisten a una calle en Concordia. 

- ¿El humor tiene esa virtud de instante de epifanía, de revelación? 
- Cuando uno recuerda una humorada estando en soledad, significa que le llegaste al espíritu, a mí me quedó un chiste de un espantapájaros en el medio del campo que en la cabeza tenía un televisor y arriba de la cabeza en vez de pájaros había libros que volaban. El humor debe ir a una lectura social, podes hacer reír nomás pero si es solo eso, no sé… Jamás trabajo desde el humor ofensivo, es peligroso el humor cuando cae en el cinismo. Yo estudié dibujo artístico pero después lo que más me costó fue encontrar un estilo, eso es lo más difícil, cuando no lo tenés naturalmente. 

- ¿En tus dibujos cuánto influye el texto? 
- Yo me baso en el humor gráfico tradicional, que ahora se ha perdido, el humor gráfico es cuando vos tapás el texto y ves el dibujo y no lo entendés, y viceversa. El complemento entre ambos es el humor gráfico. Y hoy en día el dibujo pasa a ser un acompañamiento del texto, le sacas el dibujo y está todo el sentido en lo textual, eso se produce por los diarios de tirada nacional, que tenés que trabajar al mango y a último momento con las noticias. El humor se ido a eso, pero tenés el ejemplo opuesto con “Crist” (Cristóbal Reinoso), primero hace el dibujo y después el texto. Recuerdo la gran historieta: "García y la máquina de hacer pájaros" publicada en Hortensia, prácticamente con su humor gráfico cerraba sobre la máquina los huecos que quedaban en Hortensia. (Pío Augusto) Cognini le había pedido que anduvieran por los barrios, por lo popular, para reflejar como hablaba la gente. Fue la revista que llego más lejos, incluso se vendía afuera. Apuntaba a la identidad regional.

- ¿Y el humor de la revista Barcelona, por ejemplo dónde se ubicaría? 
- Eso no es humor, es periodismo satírico. A mí me produce una desazón eso, una cosa es leer un poco pero leer toda la revista, es rebuscada y todo basado en lo mismo, a mí me resulta dificultoso, me interesa leer cosas que te dejan las neuronas zapateando.

- ¿Surgen nuevos humoristas a nivel nacional?
- Es difícil que salgan nuevos humoristas, posiblemente porque no tienen lugar donde publicar, porque en los grandes medios tenés que esperar lamentablemente que fallezca alguien para ocupar su lugar. Esa es una discusión con los humoristas del interior que siempre sale: “por los menos ceder un cuadro a la semana”. El mismo Fontanarrosa decía que haciendo un chiste todos los días es inevitable caer en la pavada. Pero bueno, ahora está internet y se están viendo algunas cosas interesantes… 

-¿Qué tipo de humor gráfico te gusta? 
- Siempre me dejaban zapateando las neuronas los trabajos del “negro” Fontanarrosa, y la última etapa de Quino me apasiona. Y lo de Javier Rovella en su primera etapa me parece notable. 

- ¿El chiste y el humor hacen temblar los tabúes? 
- El chiste gráfico por definición es una cosquilla al intelecto, un regalo para al ojo, y el tabú de hoy es buscar los afectos, el compartir, el charlar cara a cara, reír a mandíbula batiente sin importar no tener una dentadura de publicidad visual; el chispazo húmedo de alegría que despiden los ojos cuando el espíritu se expresa a través de ellos, me sigue conmoviendo.