Maestros

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martes, 1 de noviembre de 2011

Guillermo Mordillo: "Poeta del ojo y del alma"

El Libro de Oro de Mordillo, publicado en Francia en 1999 por Editorial Glenat, es un libro distinto a los habituales de este gran dibujante: No toma un tema único sino que nos presenta una suerte de antología: parejas, jirafas, el fútbol, el “Galión” y una infinidad de posibilidades forman parte de sus páginas, superiores en número a cualquiera de sus otros tomos.
Pero, además, el mismo incluye dos reportajes que le realizó Numa Sadoul; uno en París (1975) y otro en Niza (1999). Estos abarcan – nada menos – casi treinta páginas. Por eso, a pesar de su extensión, esta entrada representa no más de un veinte por ciento de ese total. La idea ha sido transcribir fragmentos de sus respuestas donde se refiere a sus orígenes, su vida desde que partió de la Argentina, sus influencias, su técnica, y mucho más que será de interés tanto para los lectores como para los profesionales del humor. Y en cuanto a su manera de entender la vida también está la explicación a la amplitud de esta nota: Mordillo tiene infinidad de valiosas reflexiones para regalarnos…

Debo agradecer la vital ayuda como traductora de mi prima Nora Guastavino (poeta excelente, por otra parte), quien con enorme esfuerzo, generosidad, paciencia y desinteresadamente (y créanme que todo esto es absolutamente así) se volcó a esta labor, la cual en definitiva (y de acuerdo a sus propias palabras) fue un verdadero placer por todo lo apuntado con anterioridad.
Las vueltas de la vida hicieron que -un año después del trabajo de ella- asistiera a una charla de Guillermo Mordillo con Carlos Garaycochea. Allí, como tantos otros, le pedí un dibujo (hizo una de sus simpáticas jirafas) pero no para mí, sino dedicado a Nora, quien lo atesora perfectamente enmarcado en una de las paredes de su casa…

Por último y antes de pasar al texto, dos detalles más: Un grupo de obras del mismo libro acompañan las frases del autor, como complemento.
Por otro lado, entre aquellos que opinan sobre el artista en dicha publicación, se encuentra Marcel Marceau, quien expresa:
“El humorista, tal como lo amamos a través de Mordillo, tiende su supremacía sobre los corazones y los espíritus. Poeta del ojo y del alma, lo es en profundidad de sí mismo. Sus personajes inspiran piedad, grotescos o burlescos no dejan de ser heróicamente poéticos e indefensos. Se erigen frente a nosotros para dar testimonio de una cierta ferocidad y bestialidad humana que condicionan los accidentes o los incidentes de la vida. Justamente a través de esto, el poeta Mordillo revela su creencia en la sublimidad del hombre.
Hay tal ternura y tal amor escondidos en este gran libro de imágenes que nos ponemos a soñar y esperar frente al inevitable sino suspendido sobre nuestra cabeza, una especie de sello inexorable de eternidad.”


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“La vida es demasiado breve, cuando uno lo comprende no hay que complicarse con ideas negras. He aquí porqué me gusta la frase de Boris Vian: “El humor es la cortesía de la desesperanza”. Eso explica todo. Es una pérdida de tiempo estar siempre desesperado. El humor me mantiene ocupado y me permite comunicarme con la gente. Yo no soy un tipo que hable facilmente. Casi a pesar de mí, el humor se me convirtió en un lenguaje. Mi grafismo es una especie de escritura sin palabras.

Mi estilo actual comenzó en 1959 en Perú, cuando hacía tarjetas que debían implicar personajes asexuados, susceptibles de ser enviadas tanto a hombres como a mujeres. Había que encontrar personajes ambiguos que, en EEUU, se llamaban “potatoes”, unas especies de papas con brazos y piernas. Hoy día, si mirás mis personajes, notarás que sólo el pecho diferencia los machos de las hembras. Ya no tengo casi necesidad de firmar mis dibujos: estos pequeños personajes bizarros caracterizan mi estilo y son la continuidad directa de mis “potatoes” peruanos.

Tengo una escritura que es personal. No soy amante de las tiras dibujadas. Tampoco soy un incondicional del dibujo humorístico clásico, tipo Playboy. Entonces me creé una moda que convenga a mi escritura. Eso es mi estilo: una forma de ubicación en la página que, por otra parte, se ha imitado bastante. Y no es ni tira dibujada ni dibujo humorístico; está a medio camino entre las dos.

Cada uno de mis dibujos es un mini “storyboard” de dibujo animado. Mi modo de hacer páginas en una, dos, tres o cuatro secuencias se debe a una simple cuestión de ritmo.
Hay un aspecto espontáneo en el humor pero también hay mucho de matemática. Me refiero al humor animado: Charles Chaplin o Buster Keaton trabajaban sus gags con una precisión de segundo. Un segundo de más o de menos le restaba calidad al gag. En mi caso la ubicación en la página da su ritmo a la situación. Es muy importante que el gag se produzca en cinco o en dos secuencias: es musical, como una división hábilmente calibrada, es una cuestión de ritmo. Y eso ocurre solo, cada dibujo elige el ritmo que le es conveniente. La tira dibujada no me seduce porque es un ritmo que no es afín a mi escritura. Hago mis dibujos con ritmo cinematográfico que condiciona la ubicación en la página a una o cuatro secuencias (…)
No copié a nadie y copié a todo el mundo: todos los dibujantes que leí me enseñaron algo; tanto los buenos como los malos. De todos soy la suma. Pienso que soy una especie de catalizador de lo que leí pero tengo una escritura instintiva que traté de analizar después de hecha.

Hay dos dibujantes argentinos que me influenciaron mucho: Quino (por sus gags sin palabras) y Oski (porque su dibujo me impresionó profundamente desde su orígen).

Mis libros no tiene fin, son remolinos temporales, un eterno recomenzar(…). “Crazy Cowboy” no tiene fin, “Crazy Crazy” tampoco. Yo pongo mis libros, mis concepciones sobre la existencia. Para mí todo continúa, todo recomienza a perpetuidad.
(…) La muerte es renacimiento es recomenzar, es un gran ciclo el que continúa sin fin. Pero quiero precisar que no reflexioné en eso, me ocurrió instintivamente cuando hice mis libros. Mi objetivo principal es hacer reir. En cuanto a ideas que, en una primera fase son humorísticas, con una segunda o tercera fase que se me escapa y que, sin embargo está en mí. A través de mis libros es evidente que no creo en la muerte como experiencia personal: creo en ella como espectáculo. Tengo miedo de la muerte de los demás, de los que amo, pero no de la mía propia porque estoy convencido como vos que eso no ha terminado. Cada uno de nosotros vive continuamente; uno no vive su muerte. Tengo una intuición: que uno continúa sin detenerse, que mi verdadera edad no es 43 ni 67 años, sino 2300 o 4170 años. En definitiva, es parecido, es “El Galeón”. Yo podría decir, como Flaubert en Bovary: ¡El Galeón soy yo!

La palabra es un límite: yo publico en una veintena de países donde el problema de traducción sería un obstáculo. A veces, por supuesto, agrego texto. Pero eso, de hecho, no corresponde a mi propio estilo. Yo no podría escribir como vos y vos no podrías escribir como yo; mi estilo -lo repito- es una escritura. Pero si escribiera con palabras quisiera que fuera como mi dibujo: que el primer nivel fuera una cosa y el segundo otra. Yo lo hice en pequeña escala, en una frase que acompaña el título de mi primer recopilación “Mordillo Cartoons Opus I”: “Variaciones en color y tinta china sobre la especie humana y otros fenómenos atmosféricos”. A priori, la frase es humorística pero en el fondo, es lo que pienso realmente. ¿Qué es la especie humana? Un fenómeno atmosférico y esta es la idea de Darwin: las formas de vida nacen del condicionamiento atmosférico de la tierra…Es así cómo quisiera escribir. No es fácil, eh? ¡Por el momento prefiero conformarme con dibujar!

Creo que mi técnica es, hoy día, tal, que quisiera volver a dibujar algunos de mis mejores gags para ubicarlos a mi nivel actual. Entre mis gags hice una selección. Hice 1300 cartoons hasta hoy. De ellos seleccioné más o menos unos 50 que consideré clásicos. Después elegí una centena de dibujos considerados buenos. El resto no soy yo quien debe juzgarlos pero hay algunos que jamás debería haber hecho.
(…) Eso es, ponerlos al día con la técnica actual…no sé si seguiste la jirafa pero ella evolucionó mucho. Si mirás los primeros “Snoopy”, los primero personajes de todo dibujante, no tiene nada que ver y eso, es trabajo, horas, miles de horas de trabajo, hay miles de horas de trabajo: eso es lo que hace el estilo. ¿De dónde viene la inspiración? La inspiración viene si trabajás, si no trabajás no viene.

En cada dibujo que hago, aunque no se note, agrego algo, quizás un toque que jamás puse antes, algo nuevo en cada dibujo. ¡Es realmente increíble! Es posible que haya gente que diga que Mordillo es siempre la misma cosa…

Pero…no es del todo la misma cosa y en mis 50 dibujos anuales creo que hay tres o cuatro que son creaciones, cosas que nunca hice antes: en el gag, la idea, el modo de ponerla en escena…Los otros son, yo no diría repeticiones pero sí variaciones sobre un tema. Mientras haya tres o cuatro creaciones por año, seguiré. Si la salud me lo permite, ¡vale la pena!

Antes que nada debo decir que me cuesta mucho dibujar. Cada uno de mis dibujos es trabajado cinco o seis veces sobre papel calco que uso frente-reverso hasta que esté satisfecho de la ubicación en la página. Son muy importantes la armonía, el orden, el ritmo del gag. Hay gags que no concreto si no encuentro una solución gráfica satisfactoria. Construyo enormemente al lápiz; esta cosa que parece tan simple una vez aparecida, es consecuencia de muchísimas pruebas de lápiz. Jamás tuve facilidad para dibujar.

Cuando tengo una idea, la anoto en un cuaderno. Mis ideas son visuales, las veo como para un “storyboard” y las anoto en un lenguaje comprensible sólo para mí, un español con gran cantidad de argot. A veces son palabras que me provocan para un gag pero esto es poco frcuente, la mayoría de las veces son imágenes. Una vez anotado y numerado lo olvido. Después vuelvo siempre a ese cuaderno dibujando, a veces, una idea muy antigua. Eso me permite tener una visión más objetiva de mis ideas. Hay algunas que escribí pero nunca concretaré. En primer lugar pienso en la ubicación en la página, en el ritmo necesario para que la idea sea fácilmente comprensible. Trato de evitar al máximo todo aquello que no pueda ser comprendido por la mayoría de los lectores. Es por eso que, primero, hago mi gag en el formato estampilla con el fin de ver la ubicación en la página. Una vez hecho esto, trabajo sobre papel calco. Al cabo de cuatro o cinco esbozos, paso al papel definitivo. El color viene después. A veces semanas o meses después.

(Colorear) también es una escritura. Fui llevado a una especie de “color total” que me caracteriza. Mirá mis libros, por ejemplo: el único espacio en blanco que encontrarás es la piel de los personajes ¿Por qué? Porque en cada uno de mis dibujos no hay un solo plano mayor de personaje. Con respecto a la cámara –fijate que yo pienso siempre en el cine- el personaje está constantemente lejos y ahogado en un conjunto (…). Mi personaje, pequeñísimo en un entorno muy coloreado: lo notás inmediatamente porque es blanco (…). La escenografía pasa a un segundo plano y el gag se encuentra consolidado.

En cada uno de mis dibujos notarás que hay un color dominante que es la base de todos los otros: eso es lo que da la armonía. Comienzo todas mis páginas instalando una capa uniforme de color sobre la superficie; el personaje queda preservado por la “drawing-gum” (goma líquida que seca, preserva el lugar recubierto. Después se saca simplemente esa capa y el lugar queda blanco). Este color será el dominante, a partir del cual trabajo todos los otros, por transparencia, los cuales se encuentran unificados por el color de base. Mi dibujo ha sido previamente descalcado por simple presión, es decir que no dibujo sobre la hoja definitiva a fin de que esté virgen para recibir el color (incluso lo he limpiado meticulosamente con talco); paso a la tinta antes de la coloración después de haber determinado las superficies blancas con “drawing-gum”…Incluso a veces se me ocurrió de no pasar a tinta, dejar el dibujo en lápiz (es el caso de la tapa de “Crazy-Crazy”) o bien de no entintar más que los personajes. Es, por otra parte, un principio del dibujo animado donde no se entinta más que lo que se mueve; la escenografía fija queda en lápiz…De hecho, son búsquedas perpetuas, me replanteo constantemente.

Es una visión cinematográfica del dibujo. En mis libros y en todos mis gags, no sólo el personaje está lejos de la cámara, sino que, además, se encuentra siempre a la misma distancia de ésta. A veces se encuentra más lejos, jamás más cerca.

Tengo tres etapas. Cuando busco ideas necesito silencio total; cuando hago un trabajo mecánico, de rutina, escucho radio con música variada; finalmente, cuando paso a la tinta necesito que alguien me ayude pues es muy difícil para mí y entonces escucho música barroca. Debería poner en mis libros: “Con la colaboración de Vivaldi, Mozart, Bach…” porque son ellos los que me ayudan a pasar a tinta.

Cuando uno dibuja cada día durante 35 años, esa es la mejor de las escuelas. Mis profesores fueron todos los dibujos de mis colegas que miré atentamente.

En un primer momento (en relación al humor que realiza) parezco “gentil”. En el segundo momento es realmente la crueldad, es una forma de realismo: la desesperanza simplemente que está siempre presente en mis gags. La “cortesía de la desesperanza”. Es exactamente eso: mi desesperanza personal queda oculta bajo una apariencia muy delicada. Llego a confundir a bastante gente; la redondez de mis dibujos y mis lindos colores es una pátina detrás de la cual yo instalo un tema fundamental: la soledad.

Mis temas predilectos son las parejas, los animales (en particular, las jirafas), los deportes (en particular, durante un largo tiempo, el fútbol y el golf; después el tenis). Recapitulemos: deportes, parejas, animales y temas varios.

Para escribir la primera idea, me tomé una media hora quizás. Al cabo de 5 horas había escrito 3 o 4 ideas y me pregunté: “¿De dónde van a venir las próximas?” Hoy escribí más de tres mil ideas de las que no dibujé ni la mitad.

Confío, tanto como me es posible, en mi instinto más que en mi inteligencia: mi inteligencia corre el riesgo de engañarme mientras que con mi instinto el márgen de error es menor. Soy un gran admirador de los animales: los animales no se equivocan nunca, siguen su instinto. Tengo una profunda admiración por los gatos y trato de imitarlos. Trabajo como un animal tanto como me es posible.

Trabajo permanentemente cuatro dibujos a la vez. Es decir que dispongo mis dibujos en 4 planchas y estudio el color de cada uno (…). Son dibujos en vías de realización. Los ubico en planchas separadas y le doy color a cada uno, a dos, a tres y a cuatro y después vuelvo a los detalles. Ahí, cuando estoy saturado de un dibujo, paso a otro. Trato de evitar la saturación cuando trabajo porque corro el riesgo de anclarme. Además, se vuelve siempre a la misma cosa: me divierto, mientras me divierto sale bien y si estoy cansado de un dibujo es mejor dejarlo de lado, de tomar otro en el que se presenta un problema realmente distinto: así se renueva el entusiasmo.

Hay siempre un objetivo en mis dibujos, incluso desconocido. Es como en la vida: Nosotros vamos hacia algo que no conocemos y que quizás no lo alcancemos jamás. “Siempre más alto, siempre más lejos”., decía un aviador cuyo nombre olvidé. Eso es: en mis libros, en mis gags, hay un fondo de desesperanza, de soledad, pero también hay optimismo. Soy un pesimista muy optimista…Fijate, ¡hablo de mí como si se tratara de otro!

El día que me de cuenta que, en mis dibujos, ya no hay encantamiento, ya no hay candor y, por lo tanto, ya no hay verdad, probablemente me detendré. ¡Trato de ser veraz! Hago mis dibujos con amor, con mucha ternura y creo que eso se siente, ¿no es cierto?

El estilo viene con el trabajo. Si no sos dibujante pero te ponés a dibujar una hora diaria durante 20 años, llegará un momento en que vas a hacer un dibujo a tu manera y tu manera es tu estilo (…).
Invertí 25 años en tener el estilo Mordillo. Cuando la gente ve mis dibujos, ve mi estilo, no el Mordillo que a los 12 años dijo “no copio más”. Y para obtener eso invertí un cuarto de siglo pero la gente lo ve. Pero en eso, una vez más, seguí mi instinto porque no me dije así como así “no copio más” con tal dominio: yo era un pibe, no dije eso pensando que un día iba a tenr un estilo: hice eso por puro instinto. No conocía mi destino (…), quería ganarme la vida: eso es todo. Y funcionó.

El estilo Mordillo comenzó con “El Galeón” donde los personajes están ya en la vía. “El Galeón” era de 1970: yo tenía 38 años. Pero realmente fue en “Crazy Cowboy” en 1972 - ¡tenía ya 40 años! – cuando el estilo Mordillo empezó a tomar forma…¡toda la vida para llegar aquí! Todo lo que hice fue trabajar mucho y esto llegó así como así.

(El éxito) me facilitó algunas cosas porque soy muy tímido. Ahora la gente viene a mí; hay una cosa que me preocupó: mi madre no comprendía lo que yo hacía. Estaba orgullosa de mi éxito, muy contenta de mí pero no entendía mis dibujos. Era una mujer muy simple, leía y escribía apenas; a mi forma de escritura entraba todavía menos. Es cierto que no nos entendíamos en casi ningún tema…

De mi padre no puedo hablar porque murió sin haber visto la llega de mi éxito. Era un hombre más inteligente que mi madre quizá, pero no sé si hubiera comprendido. Era un obrero. Pero escribía: de tanto en tanto nos enviaba poemas. Mi abuelo paterno también. Mi abuelo materno era minero en Asturias.

Soy hijo de inmigrantes. Mi madre viene del norte de España, mi padre del centro, los dos de origen paisano y mi padre fue a la Argentina como obrero electricista.

Jamás tuve una bicicleta (…). No estábamos en la miseria sino en una vida muy modesta. Es una de las razones por las que empecé a trabajar a los 15 años. Pero nunca tuve grandes apremios económicos. Al fin de cuentas, eso es una riqueza: cuando se nace modesto, uno aprende a contentarse con poca cosa. Es sin duda la mejor herencia que me dejó mi padre.

Mi padre me dijo: “Hagas lo que hagas está bien”. Ellos me tuvieron confianza. Si hubiera pertenecido a una familia burguesa, quizás me habrían hecho estudiar y se habrían cagado en mi ambición artística. Mis padres estaban admirados respecto de mí: Ellos, obreros, ellos tenían un hijo que dibujaba todos los días. Realmente son los primeros que creyeron en mí. Empecé, pues, muy temprano, aún así triunfé muy tarde…Entonces, sí, el éxito me dio la libertad.

Cuando yo tenía 34 años, veía los dibujos de Quino o de Sempé que tienen mi edad pero que ya eran Quino y Sempé mientras yo no era Mordillo…Yo me convertí en Mordillo a los 40 años. Empecé a publicar en 1966; en 1972 mi nombre se volvió algo conocido y, en 1975, cuando vos me conociste bien, mi nombre significaba algo.

Trabajé mucho a partir del momento en que tuve éxito. Siempre trabajé mucho, incluso hoy, a la edad que tengo, con el éxito que tengo, trabajo diez horas diarias. Antes eran diez horas diarias, incluídos sábados y domingos. Ahora los fines de semana y días festivos no trabajo.

Mi mujer y mis hijos son franceses. Además (…), soy de orígen español y casi toda la Argentina es fruto de una inmigración principalmente italiana y española. Por otra parte, esto explica una cierta tradición artística, sobretodo gráfica y pictórica que irradia fuera de Argentina.

Alguien dijo que mi trabajo es “comicósmico” porque la situación geográfica de mis cartoons no es en los EEUU, ni la Argentina, ni Francia: es el Universo. Estoy aquí, en esta mesa, con vos, sí, pero bajo nuestros pies está el planeta; cuando camino, camino sobre el planeta, no camino en un país.

Mi definición (del humor) es: “El humor es la ternura del miedo” (…). Para mí es natural porque tengo miedo: tengo miedo del horror del mundo y si no tuviese miedo, no hay humor (…). Hay miedo en todos lados en mis dibujos. Y la soledad es el hilo conductor de todo lo que dibujo.

Cuando era niño, a la noche a veces atravesaba un descampado y para darme coraje, silbaba. Hoy, dibujo.

Sin estos pequeños personajes que me acompañan desde hace 33 años, me sentiría solo. Son un medio que me permite soñar y que me da coraje. Son una herramienta que me da la posibilidad de hacer cosas que no haría por mi mismo. Yo quiero dibujar un personaje que no baje los brazos.

Quería crear un personaje que todo el mundo amara: era todo y creo que lo logré.”



Mordillo, Guillermo: Le Livre D’or de Mordillo (Glenat, 2001)

Fotografía: Basso Cannarso