Maestros

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jueves, 7 de junio de 2012

Patoruzito: primera historia (I)


En ocasiones me gusta imaginar a este blog como una casita virtual donde tengo el placer de recibir como huéspedes a grandes dibujantes y a sus queridos personajes e historietas. Uno (entre tantos) de los que deseaba alojar es a Patoruzito, el pequeño cacique de la Patagonia, lo cual también significa referirse a una gran revista (producto del talento de quienes la integraban). De todas formas, la razón fundamental para elegir el tema es la de poder brindar una reseña de la trayectoria de los principales hacedores de esta historieta: Mirco Repetto y Tulio Lovato. Vayamos entonces por partes...


A pesar de que para la época de la aparición del semanario Patoruzito Dante Quinterno sólo contaba con 36 años, ya acumulaba una gran producción: los personajes que moldearían el definitivo Isidoro, Don Fermín (luego Don Fierro), El fantasma Benito se divierte y el propio Patoruzu por un lado, y sus colaboraciones para diversos diarios y revistas hasta llegar a la fundación del semanario del indio, por otro (ver en este blog las entradas El primer Dante Quinterno e Inicios de Quinterno, del año 2011), sin olvidarnos del gran corto Upa en apuros.
Ya volveremos sobre Dante cuando nos ocupemos de los autores más arriba indicados.

El número 1 apareció el 11 de octubre de 1945 y su éxito fue rotundo, incluso superior al de Patoruzú.
De lo ofrecido, sólo una cuarta parte era dedicada a la historieta humorística nacional: además del caciquito (en doble página central a todo color), el lector podía disfrutar de Mangucho y Meneca (luego Don Pascual), de Roberto Battaglia; Langostino, el navegante independiente, de Eduardo Ferro; y de El Gnomo Pimentón, de Oscar Blotta.
Las tapas, como si fuera poco, eran realizadas por el mismo Quinterno.

En esta primera aventura (que concluye en la edición 12), además del encuentro inicial entre Patoruzito e Isidorito (donde ya queda delineada la personalidad de ambos), se presentan: el hechicero Chiquizuel y su nieto Chupamiel (sus enemigos clásicos), la Chacha, un militar Cañones joven (con el grado de capitán) y Pamperito.
Al final de cada entrega comprobamos que no figura el clásico “continuará” sino un comentario parcial o totalmente compuesto por una pregunta, con el fin de intrigar y - por lo tanto - tentar a los lectores a la compra del siguiente número. Éste se iniciará con un resúmen de lo acontecido hasta el momento o con un brevísimo relato para poner al lector en situación.

Sin embargo, el tema más importante entre los coleccionistas se refiere al consabido hecho de quién es Patoruzito en relación a Patoruzú. Una serie de situaciones contradictorias complica las cosas: El indiecito es originario de la Patagonia pero sus historias suceden en la misma época que las de Patoruzú. A la vez, como dijimos, Cañones es más joven y Pampero un potrillo, pero la Chacha parece tener la misma edad que en sus andanzas con el indio mayor. En tanto, con el último ya no aparecerán Chiquizuel y su nieto.

Diego Accorsi nos dice (1):“Dante Quinterno no quería contar la infancia del indio, sino traspasar el concepto a un nuevo personaje, más infantil, más inocente (…) para lograr aventuras más frescas y divertidas. Y lo logró.”

Esta idea es la que parece imponerse. Me atrevo a agregar que aún en el caso de que todos los co-protagonistas tuviesen la edad adecuada y la época las características correspondientes a los años en que transcurrió la hipotética infancia de Patoruzú, igualmente se haría difícil creer que se trata del mismo cacique: el carácter y la inteligencia de Patoruzito no se condice con la personalidad del adulto, sobre todo si esta comparación se realiza con el Patoruzú de los años 20 o 30…
En cambio, Isidorito se acerca más a lo que podría haber sido Isidoro en su niñez, aunque hay que reconocer que siente mucho cariño por su amigo más allá de que no lo demuestre (salvo en situaciones extremas) . Será que por el mismo hecho de ser un niño guarda un corazón un poco menos contaminado que el de su par adulto. Incluso parece más fuerte la amistad entre ambos (a la que contribuye la bondad y tolerancia infinita de Patoruzito) que la existente entre los grandes.

Volvamos a la primera historia: Tras la presentación de todos los personajes mencionados, Chiquizuel comienza a mostrar las uñas: modifica el testamento donde Patoruzek ya declaró a su hijo su sucesor y dueño de las tierras de la Patagonia (otro momento que no aclara las cosas con respecto a Patoruzú) agregando que para que tal condición se haga efectiva deberá resistir las duras pruebas a que lo someterá Chiquizuel; “de lo contrario, mi sucesor será Chupamiel”, completa su mentira el brujo. Todas esas pruebas, claro, serán de enorme riesgo para la vida de Patoruzito, punto clave en el que el malvado apoya su estrategia, ambición y posibilidad de triunfo. ¿Lo logrará? A continuación, la primera de las tres partes en que está dividida (para este blog) la aventura (2).













(1) Publicado en el artículo “Un poco de historia”, perteneciente al libro “Patoruzito”, Clarín, 2007 (página 13).

(2) La misma fue republicada en 1958 en “Correrías de un pequeño gran cacique Patoruzito”, con el título de !Chiquizuel, el brujo diabólico!. Las siguientes historias del semanario también pasarían a la mencionada revista apaisada.