Maestros

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viernes, 9 de diciembre de 2011

El Niño Rodríguez en Página/12


Hace un tiempo, en este blog, subí una serie de entradas donde se mostraban ilustraciones sobre el mundo del fútbol ideadas por El Niño Rodríguez para el diccionario ABC , editado por Olé.
Ahora, he transcripto el muy interesante reportaje que el periodista Lautaro Ortiz le realizó a este excelente historietista, animador, ilustrador y dibujante de 42 años y que se publicó hoy en el diario Página/12.
Javier Rodríguez (su verdadero nombre) es autor de la tapa de la nueva edición de Fierro que aparece mañana. Y está preparando el segundo tomo de Lucha Peluche, la exitosa tira que también se presenta en la Fierro.

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–¿Por qué eligió un conejo como personaje casi principal de su tira? ¿Qué posibilidades, no sólo gráficas sino narrativas, encontró en su creación?

–El conejo nace como un dibujo que hacía yo por cualquier lado, como un elemento gráfico suelto. Siempre me gustó grafitear o pegar dibujos por la calle, salir con un marcador en el bolsillo. Todo lo que me saque del tablero y de los espacios conocidos me gusta. El conejo es súper sencillo, blanco y negro, dos puntitos de ojos, orejas altas y un toque de actitud. Me gustaba la contradicción de que fuera un personaje muy bonito, casi un Hello Kitty, pero muy malhumorado y cabrón. Lo dibujaba siempre gritando “¡Peluche las pelotas!” y finalmente eso terminó en la tira. No tenía ni nombre, recién después le puse Alejo Conejo. Me gustó ese nombre porque rima, pero porque también Alejo te aleja si lo querés acariciar... es arisco. Es el personaje que me permite juntar al resto de los personajes como grupo, es un observador de todo el resto y es el que establece el vínculo de diálogo con el lector.

–De las distintas caras que tiene el humor, usted parece haber elegido la de mayor riesgo: el cinismo y la sátira que, en el terreno del humor político, necesariamente, implica dejar de lado la coyuntura para avanzar sobre temas de fondo. ¿Ve a Lucha Peluche como una tira de humor político?

–Desde el principio quise que fuera una tira con elementos clásicos, por eso usé una estructura tradicional de tres cuadros, un elenco fijo de personajes, y un ritmo de humor directo, sin vueltas experimentales. No me parece divertido hacer humor de coyuntura, terminás muy pendiente de los titulares del día a día, haciendo juegos de palabras, son chanzas de un día y después de un tiempo, ya ni se entiende el chiste sin la referencia de la noticia. Igualmente, trabajando en un diario es imposible escapar de lo que pasa, pero me gusta la elaboración que requiere escapar del hecho puntual para hablar de algo más universal. Por ejemplo, si la noticia de la semana era el caso de corrupción del ministro Fulano, en vez de hacer un chiste sobre el ministro Fulano, prefiero hablar de la corrupción en sí como hecho, algo que existe y va a seguir existiendo. También me permite tratar esos temas a través de mis personajes, sin tener que recurrir a meter al ministro Fulano dentro de la tira, o al recurso de dos tipitos leyendo el diario... ¡Que se mate Fulano! ¡Encima que es un chorro, no le voy a dar el gusto de retratarlo! Del ministro Fulano nadie se va a acordar ya en un año, y mi intención siempre fue recopilar este trabajo en libros que se pudieran seguir entendiendo a través del tiempo. En ese sentido, sí es una tira de humor político. Pero porque es de alguna manera político un personaje como Mortadela, un cartonero muerto de hambre que sin embargo no se rebela contra el sistema, o el Señor Rocamora, un ejecutivo-bebé capitalista cuya secretaria lo amamanta y le cambia los pañales. En ese sentido alegórico, no sé si existe algo parecido.

–¿Qué queda del “chiste” (ese remate risueño del final) en el humor gráfico actual?

–Hay autores que no hacen un chiste en el sentido estructural –lo que sería planteo, nudo y remate– y, sin embargo, te hacen reír o sonreír igual por otros mecanismos. Me parece que el lector lo único que espera y agradece es un espacio de belleza. Si la tira está dentro de un medio como un diario, es un momento de pausa, y está bien que sea así. No importa que no haya chiste estrictamente. Y a veces, inclusive, se agradece que no siempre traten forzosamente de hacerte reír. En una tira puede caber algo más poético también.

–¿Cuán determinante es el diseño gráfico a la hora de hacer historieta? Las marcas gráficas –por decirlo de alguna manera– que hay en sus trabajos son parte de su estilo reconocible.

–Sí, tengo un estilo con elementos muy cercanos al diseño gráfico. Desde hace años hago, además de historieta, publicidad y dibujos animados. Todo esto también va colándose en el estilo. Actualmente, cuando dibujo, aunque sea para publicar en papel, voy armando la ilustración con elementos sueltos que después voy componiendo como lo haría para un dibujo animado. Yo aplico ya estos criterios a todos mis dibujos aunque sean para el papel. Pero es que la plataforma ya no es lo que más me interesa, el dibujo te puede llevar a un montón de lugares y medios, y a mí me interesan todos. Y para cuando encare la versión cartoon de Lucha Peluche voy a tener ¡la mitad del trabajo hecho!

–Y este año ¿a dónde lo llevó el dibujo?

–A muchos lados. Por ejemplo, estuve en la lectura de la sentencia de la causa ESMA invitado por la revista MU para retratar en vivo a los que asistían como amigos de los acusados. Y también hice unos dibujos animados para Nicolás Repetto y Sábado Bus, retratando a Natalia Oreiro, Cacho Fontana y Flor de la V. Hice una campaña gráfica para Coca-Cola, un dibujo animado para Pakapaka y la editorial Taschen me publicó en su catálogo Illustration Now. Todas cosas y lugares muy diferentes, y a todos esos lugares me llevó el dibujo. Ya ni siquiera digo que soy dibujante, ni historietista, ni ilustrador, cuando me preguntan qué hago, ahora ya digo que soy Artista Pop y listo.


La nota completa se puede leer aquí:

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/18-23768-2011-12-09.html

Fotografía: web de la Universidad e Palermo