Maestros

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sábado, 18 de diciembre de 2010

Un final especial

Antes que nada, creo que debo sugerir a quienes no han leído aún la historieta que acabo de subir o que no han llegado a su final, pasar de largo estos comentarios, ya que en los mismos hago referencia al desenlace y de leerlo se perdería el encanto o el misterio de como se resuelve la situación de Patoruzu. En definitiva, es esta historia lo importante y no lo que yo pueda llegar a opinar, que es sólo un juego, una manera particular o muy subjetiva de valorarla, un par de apuntes de los cuales me interesa más cúanto estimo este argumento que lo más o menos pertinente de mi análisis.
Por supuesto, todo aquel que quiera dar su punto de vista o aportar lo que desee, ya está invitado a hacerlo.



Más allá de la historia en sí, de la que no se puede negar su argumento atrapante, me gustaría centrarme en algunos detalles que me llamaron la atención:
Si la historieta humorística es algo así como una comedia, creo que ésta en particular es, como mínimo, una comedia dramática. Hay aquí momentos para reir, pero se imponen las situaciones difíciles: peleas entre hermanos, indiferencias, desprecios, hipocresías, etc. Y es particularmente llamativo el final: nos encontramos con un Patoruzu distinto: solo, incomprendido, casi vencido. Incluso está decidido a inmolarse. En este punto el estilo de dibujo es, por supuesto, humorístico, pero no hay humor.
Cuando todo parece perdido, llega la voz salvadora: Dios acude en su ayuda. El no necesita otro Cristo, ya que Patoruzu "hace falta mucho en la tierra". Y no es en absoluto una solución al conflicto tomada de los pelos o forzada. Si el diablo fue quien manipuló al indio (aprovechándose de su bondad e inocencia) hasta ponerlo al borde del abismo, es bien lógico que ahora su contracara sea quien lo rescate (con esa lluvia que me recuerda a la nieve de El Eternauta, pero con efecto opuesto).
En este punto hay algo para destacar: ¿cúantos personajes de historieta - héroes o antihéroes, serios o humorísticos - han tenido la virtud de comunicarse con lo espiritual , lo sobrenatural o lo divino como el cacique?
Porque el diálogo con Dios o con el diablo (incluso a éste puede visualizarlo), atributo vedado a cualquiera del resto de los protagonistas ( y causa de que nadie comprenda lo que está pasando), hace de Patoruzu un ser más trascendente que por aquellos motivos que siempre lo caracterizaron: valentía, honestidad, generosidad o poderío físico.
Pero tampoco es cuestión de ponernos demasiado serios o formales, no lo querría así el propio Patoruzu...


Entonces vale recordar algunas de las palabras (1) de Roberto Fontanarrosa sobre el indio:
"(...) Patoruzu, con su nombre sonoro y contundente, ya está instalado en el reservorio emocional de todos los argentinos. Es, a mi juicio, el gran personaje de la historieta argentina. El más clásico, el más popular, merecedor de mezclarse en el Hall de la fama con Fangio, Monzón, Perón, Gardel, Mafalda y Maradona (...).
Su vigor, y un coraje enancado en un permanente optimismo. Porque el indio transmitía eso, optimismo y, como dirían los chicos, buena onda (...). Y tenía (...) una linda sonrisa, una risa franca. Huija, chei! saludaba jubiloso (...).
Irreprochable en su nobleza, generosidad, sentido de la justicia y valentía.
Por eso me alegra la aparición de este libro (2), señores. Es el reencuentro con un grande, con alguien que marcó una época y que colaboró en incentivar mi entusiasmo por la lectura tanto como lo hicieron mis maestras de la escuela primaria.
Atención, muchachos. Escuchen, escuchen ese jubiloso Huija, chei! que llega a través de las próximas hojas. Preparémonos a recibirlo. Patoruzu está llegando".




( 1 y 2) : De la colección Biblioteca Clarín de la Historieta, prólogo de Fontanarrosa en el libro dedicado a Patoruzu; Clarín, 2004.

La cola del diablo (VII, final)