Maestros

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jueves, 18 de julio de 2013

Señor Mordancio, ¡Usted es un monstruo!



A mediados de 1958 llegó al semanario Patoruzú una nueva versión del mundo oficinesco: "Motín a bordo (¿no es así su oficina?)" del gran Roberto César Battaglia (1923-2005).

Mientras su antecesor Don Fierro planteaba el típico caso jefe déspota-empleado sumiso, aquí lo situación cambia de manera radical: los empleados enloquecen una y otra vez a su jefe Mordancio y a su empleado fiel Chupitegui (el clásico alcahuete). Aquellos con seguridad se sienten inconformes con el destino laboral que les tocó en suerte o que no tuvieron más remedio que aceptar por necesidad y reaccionan con quien tienen a mano, o simplemente porque sí, por la innata agresividad humana, sobre todo en estos espacios donde nada es comprobable (y maliciosamente ellos lo saben). 
Sin embargo, el punto clave es que Mordancio pretende ser un jefe exigente, respetado y temido, pero lejos está de lograrlo. Los empleados le han tomado el tiempo y saben de su debilidad: Por lo tanto, lo manejan sin correr riesgos.
Un poco por falta de personalidad y capacidad de líder, otro poco por ingenuidad, por estupidez o porque en el fondo no tiene maldad y debe actuar un rol que no termina de sentir, el sufrido jefe la pasa muy mal. Lo tenga todo en contra o todo a favor, él siempre es apuntado como el victimario, el "monstruo" según el criterio del Director General, del que nos preguntamos si en el fondo no lo tiene "alquilado" como el resto.
                           

 Nº 1083, 8 de septiembre de 1958

 Nº 1092, 10 de noviembre de 1958



Nos comenta Juan Sasturaín

"Esta historieta cuyo apogeo hay que encontrarlo en los finales de la década del 50, rompió con todos los esquemas aplicados al tema que nos ocupa. Hay que tener en cuenta que por entonces proseguía Don Fierro en la publicación, lo que agudiza la originalidad total del planteo.
En primer término, Battaglia dibuja como un bárbaro. Segurísimo en el rasgo sobreactuado, el gesto excesivo, siempre caracterizó con agudeza, fue más allá de la tipología de los criminales de Chester Gould para Dick Tracy y le dio al cuerpo un lugar físico y expresivo ejemplar: Battaglia dibuja caras, bocas, brazos, panzas, trastes, ademanes. Todo. Mete cejas, orejas, pies con callos, bocas descomunales, lo que necesite.
En segundo lugar, Battaglia cuenta historias de bárbaros. Sus personajes son descontrolados, capaces de alevosías, puñaladas, ahorcamientos, furias locas; campea una violencia nada sórdida, casi festiva en lo desproporcionada, al estilo de Tom y Jerry; inclusive hay largas secuencias de Don Pascual traducibles en lenguaje cinematográfico. Todos elementos están presentes y constituyen Motín a bordo.


 Nº 1096, 8 de diciembre de 1958

 Nº 1104, 2 de febrero de 1959


(...) La situación se repetía semanalmente: 1) Los subordinados planeaban alguna maldad o la realizaban de hecho. 2) Exasperado, Mordancio tomaba violentas y a veces equivocadas represalias. 3) El Director General lo sorprendía exactamente cuando maltrataba a alguien y le caía la consiguiente acusación: "Señor Mordancio..." Y así al infinito.
(...) Hay varias cosas. En primer lugar, por primera vez la oficina se convierte en campo de batalla colectivo de dos bandos a partir de una guerra cuyos términos se dan por supuestos: empleados vs. jefe. Los indeterminados laburantes, como los alumnos de un secundario, no precisan la agresión de la autoridad para justificar sus desmanes. Es una respuesta a una manifestación del sistema que va más allá de la persona ocasional que tienen por responsable.
Lo otro es la vuelta de tuerca que introduce un poder superior, el orden jerárquico o la Ley del Gallinero de la mano del bigotado y temible Director General. Así, por el absurdo de la exageración y el despropósito, Battaglia construye un mundo delirante pero que -como el de Don Pascual- alude sagazmente a lo cotidiano.


 Nº 1106, 16 de febrero de 1959

 Nº 1108, 2 de marzo de 1959 

Motín a Bordo constituía el desborde de Patoruzú, el desmadre, la manifestación deformada de un caos temible que rompía todas las seguridades de la sujeción autoritaria mientras la línea de la revista apuntaba para otro lado.
En esa capacidad subversiva -con perdón de la palabra- radica la riqueza de Battaglia, que no hizo costumbrismo ni se sujetó a un esquema simple de amo-esclavo sino que buscó un paso más allá, en la inversión despiadada de los términos con un saludable salvajismo no solo conceptual sino expresivo, formal. Pocas veces se ha conseguido eso." (1)


 Nº 1137, 21 de septiembre de 1959

Nº 1139, 5 de octubre de 1959

Cada una de las situaciones nos proporciona risas instantáneas, mérito de tanta imaginación vital y desbordada, de tanta capacidad para entender y lograr el absurdo o el grotesco.
También titulada Motín a bordo y Mordancio, jefe y mártir , llevó hasta 1959 formato apaisado, tal la presentación de la revista. Luego, por el mismo motivo, se pudo leer con su diseño vertical definitivo.
Sobre aquella primera etapa, una selección de esta selva de cuatro paredes, suponiendo que- finalmente- un día le llegó a Mordancio su ansiada jubilación para -estrés acumulado mediante- poder empezar a vivir un poco en paz, sin necesidad ya de hacerse el harakiri con una birome...




(1) Sasturain, Juan: "Battaglia, usted es un monstruo", en La oficina: el infierno tan temido correspondiente al libro El domicilio de la aventura, Colihue, Buenos Aires, 1995.

5 comentarios:

  1. ¡ADMIRABLE, ROBERTO BATTAGLIA, UN CRACK!!...En dibujos animados hubiese sido un SUCESO inigualable!!
    Saludos!!

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    1. Y se viene una segunda parte de Motín a bordo...
      Un abrazo, Ceo, gracias por pasar a comentar!

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  2. EXTRAORDINARIO!!! MAGNIFICO!! QUE GRANDE ROBERTO BATTAGLIA. MUCHAS GRACIAS POR MOTIN A BORDO

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  3. ¿Había un personaje llamado Salustiano Merluza en esta histrieta? Me chamo Chalustiano Merlucha, pero dígame Pescadito, como me diche mi mamá...

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