Comenzamos una breve serie de notas acerca del gran Quirino Cristiani publicadas en distintas etapas de su vida. La siguiente pertenece a un suplemento (Nº 71) del diario La Nación correspondiente al 9 de noviembre de 1930. Por el gran tamaño de la edición, cada una de las dos páginas están aquí presentadas en dos partes:
Este blog está dedicado al humor gráfico argentino y tiene como objetivo el repaso de los autores, las historietas y los personajes que le dieron brillo; basándose en el material de revistas, diarios, libros y otros documentos que ayuden a recordar momentos entrañables de este valioso arte y oficio, sin por ello dejar de referirse a la producción de los autores de hoy. En suma, un recorrido por una historia y una actualidad de indudable riqueza.
Maestros

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jueves, 17 de junio de 2021
lunes, 9 de mayo de 2016
Dos días con Quino: Las fotos (+ un video)
www.elsol.com.ar
A pesar de sus problemas de salud, Quino continúa exhibiendo una gran voluntad para asistir a los eventos donde lo invitan y homenajean. Y para estar cerca de las y los lectores de toda edad que lo aman. Este grupo de fotografías (Feria del Libro 2016) lo muestran el día viernes 6 firmando ejemplares en el stand de Ediciones de la Flor y el sábado 7 en la Sala Villafañe, durante la charla junto a Tute y Juan Sasturain.
"Con mano temblorosa y la habitual generosidad que tiene con sus lectores, Quino, de 83 años, no sólo firmó sino que estampó un dibujo en los ejemplares que los fanáticos de su inoxidable Mafalda le acercaron por dos largas horas al stand de Ediciones De la Flor. Allí hoy, a las 20, el humorista gráfico sorprenderá con la presentación de algunas tiras inéditas. Un posible repechaje para los que ayer no llegaron a saludar al maestro" (La Nación - Foto: Sergio Filipuzzi).
"Joaquín Salvador Lavado, "Quino", en la Feria del Libro de
Buenos Aires.
El mundo de hoy sería, para la entrañable Mafalda, "un desastre y una vergüenza",
asegura el célebre dibujante 'Quino', quien más de medio siglo después
de crear su icónico personaje gráfico reconoce que le gustaría ser recordado como
"alguien que hizo pensar a la gente las cosas que pasan" (www.elsol.com.ar).
El mundo de hoy sería, para la entrañable Mafalda, "un desastre y una vergüenza",
asegura el célebre dibujante 'Quino', quien más de medio siglo después
de crear su icónico personaje gráfico reconoce que le gustaría ser recordado como
"alguien que hizo pensar a la gente las cosas que pasan" (www.elsol.com.ar).
Youtube (video subido por Bettina Pucheta)
Un instante de la charla del sábado, acompañado por Tute y Sasturain.
Ojalá pronto tengamos detalles sobre este momento...
Ediciones de la Flor (Facebook)
Ojalá pronto tengamos detalles sobre este momento...
Ediciones de la Flor (Facebook)
¡Muchas gracias, Quino!
sábado, 9 de enero de 2016
Diego Parés: Reportaje en el diario Los Andes
Los Andes
Empezamos el año con la reproducción de la entrevista realizada por Patricia Slukich a uno de nuestros más talentosos humoristas gráficos actuales: Diego Parés, quien recientemente ha presentado el libro Humor Petiso, primera recopilación de los cuadros publicados diariamente en La Nación.
xDiego Parés: el trazo más alto del humorx
Es uno de los dibujantes más interesantes y prolíficos de nuestro país. Su firma se luce tanto en la revista Barcelona como en el diario La Nación. Aquí, nos habla sobre su nuevo libro, “Humor Petiso. Las mujeres y los niños primero” y algunas generalidades.
Por Patricia Slukich (psukich@losandes.com.ar)
Diario Los Andes (Edición impresa)
Sábado 9 de enero de 2016
Tiene una ductilidad que pocos pueden sostener con el oficio, agudeza, inteligencia y calidad con que él la transita: muy, pero muy pocos. Es que Diego Parés es quien le ha puesto la firma a zarpados -y estupendos- dibujos que han desatado polémica en la Argentina para revista Barcelona (en febrero del año pasado fue epicentro de los comentarios por una tapa sobre la muerte de Alberto Nisman, por ejemplo). Pero también es una de las citas destacadas del humor en el otro polo ideológico de los medios: La Nación.
Entre esos dos amplísimos márgenes-universos Parés ha sabido ilustrar de todo, y para todos: pergeñó intensas historietas para Fierro; satiriza a destajo, desde una punzante mirada política en la revista Barcelona (también lo hizo en Humor y Sex-Humor); retrata con una agudeza notable estereotipos y famosos; navega por el universo de imágenes para niños con una frescura inusitada (hizo dibujos hasta para Billiken); de su lápiz salen trazos para los diarios más importantes del país (Clarín, La Nación, Página 12); cranea humor político, con guiones de Esteban Podetti, para Télam.
Y más.
Sí: parece que sabe cómo entrar y salir de los infiernos, subir a los cielos de la pura inocencia y zambullirse en picada dentro de las aguas de las pulsiones más escondidas. Así, así de inmenso y alto es el autor de “Humor Petiso. Las mujeres y los niños primero”; el último libro que acaba de publicar y que consta de una recopilación de su chiste diario en La Nación.
De eso va esta entrevista, pero también de alguna que otra cosa que se nos ocurrió preguntarle y está aquí puntualmente transcripta.
-¿Qué es lo que más te entusiasmó al pensar en armar esa colección que compone “Las mujeres y los niños primero”?, ¿por qué?
-Es una tradición que disfruto desde pibe leer libros con recopilaciones de humor gráfico. Crecí leyendo los libros de Quino, de Fontanarrosa, los libros de Ediciones de la Flor. Hoy día, convertido ya en un humorista gráfico, sentía que tenía que hacer el libro, para el lector que fui y que sigo siendo. Es un paso lógico en la cadena. Y justo lo que me trababa era eso, que era un paso lógico, como un camino trazado de antemano, y eso de seguir ese formato me aburría un poco.
Por otro lado quería darle un crecimiento al espacio que tengo en el diario. Un libro es una forma de expandirse, también. Pero el entusiasmo vino con ayuda: mi editor, Juan Brown, fue quien me incentivó a hacerlo, quien le puso pilas para que el libro se concrete.
-Quienes hablan de esta obra tuya, hacen referencia a personajes del costumbrismo argentino. ¿Fue esa tu intención al momento de crearlos?, ¿qué te motiva al humor sobre estos personajes?
-Sí, de movida la intención de “Humor Petiso”, ya desde el nombre, fue retomar personajes y situaciones clásicas del humor: los náufragos, los presos, los ladrones, los jefes y sus empleados, los matrimonios, etc. “Humor Petiso” hace referencia a ese estilo de humor que cultivaron tipos como Landrú o los españoles Tono y Gila.
Tipos petisos, de narices grandes, un poco anacrónicos. Quería, después de haber recorrido muchos caminos, volver al humor tradicional, anterior a la década del ‘60. Un humor con menos moral políticamente correcta, digamos, más inocente si se quiere. El desafío principal era volver a hacer chistes. Venía viendo que faltaba la parte graciosa en el humor gráfico actual, y quise ver si todavía se podían hacer chistes con situaciones clásicas o por el contrario, como parecía ser el estándar actual, ciertos temas ya estaban perimidos.
-Imagino que ‘la hoja en blanco’ del escritor debe también ser un fantasma parecido para el ilustrador o, en este caso, el humorista gráfico; ¿cómo luchás contra ese ‘fantasma’?
-Quienes trabajamos para medios gráficos tenemos la bendita y maldita hora de cierre. A las 3 de la tarde tiene que estar el chiste. Ese límite funciona como catalizador para que algo salga. Nunca me desesperé ante la hoja en blanco en estos 5 años de “Humor Petiso”. Al principio porque trabajé con Podetti y Fayó, dos historietistas y amigos, que me sirvieron de auxilio cuando me sentía inseguro, y luego porque entendí que el chiste diario te da revancha mañana, y que si no sale la mejor idea hoy, mañana puede salir.
Los Andes
Las herramientas
-¿Cómo es tu proceso creador?
-La parte principal del trabajo es, de todas maneras, el momento de pensar las ideas. De nada vale un buen dibujo si está sostenido por una mala idea, a la hora de hacer chistes. Por eso es que más que un tiempo, lo que necesito para pensar es un espacio mental que me permita ingresar al mundo de “Humor Petiso”. Si obtengo ese espacio, lo principal ya está hecho, el chiste sale. Y luego lo dibujo, que es la parte más relajada.
-¿Qué elementos, para vos, tiene que tener una buena viñeta de humor gráfico?
-Los dos que describen esas palabras: que haya humor, y que sea gráfico. Así de simple y de difícil. Hacer reír no es fácil, pero es lo que intento todos los días. Procuro nunca caer en la reflexión pseudo-filosófica, disfrazada de chiste, ni en ningún otro atajo cuyo objetivo no sea hacer reír. Y por otro lado intento que sea un chiste que no pueda ser contado por la radio sino que sea necesario verlo, o por lo menos que verlo sea más enriquecedor que contarlo.
-¿Qué influencias te dejaron tu paso por medios tan distintos?
-De Humor guardo el mejor de los recuerdos. Allí di mis primeros pasos, me formé y conocí a mis ídolos de la infancia. Trabajar en medios tan diversos me permitió ir entendiendo algo que en una época me tenía torturado: yo dibujo de muchas maneras, siempre lo hice, y me parecía que eso era un problema, que uno, como dibujante, debía tener un estilo bien reconocible, uno y punto. Y me esforzaba por hacer eso y no me salía, me generaba mucha insatisfacción dibujar todos los días igual. Me sentía muy limitado.
En los últimos 10 años comprendí que puedo no tener uno solo, sino muchos estilos, y que todos son una parte mía, y que ninguno soy yo por completo. Y que puedo direccionar todo eso que hago eligiendo en qué medio hacerlo.
Tópicos y búsquedas
-¿Sobre qué dibujás cuando no se trata de un pedido específico para un medio? ¿Cuáles son los temas que te interesan, los personajes o situaciones que te llaman la atención?
-Hace un tiempito, un par de años, editamos un libro llamado “500 dibujos de Diego Parés”, esos dibujos que aparecen ahí son lo que hago para mí, las cosas que no hago por trabajo. Hay mucha catarsis, hay dibujos de observación del natural; tipo edificios, árboles, etc. Hay dibujos subidos de tono, retratos, de todo.
Pero muchas veces, cuando dibujo para mí, lo que estoy haciendo es de algún modo dibujar mis sentimientos, ahí me regodeo en mis miserias, mis tristezas, broncas, fracasos y toda esa parte más oscura de uno. En otros momentos de mi vida necesité dibujar mucho más de eso, ahora me salen muy de vez en cuando.
-¿Qué proyectos vienen ahora, después de las vacaciones?
-Honestamente no tengo idea. Tengo dos libros en carpeta para el año que viene, uno de una historieta humorística sobre un plomero, junto a Esteban Podetti, que vinimos haciendo hace unos años, y el “Humor Petiso 2”, que ya empezamos a preparar. Continuaré trabajando en La Nación y Barcelona y lo demás será vivir y ver qué onda.
Apuntes finos sobre un artista de grandes rasgos
El hombre nació en los ‘70, en Haedo. Su papá era arquitecto así es que, el tablero y los lápices eran el material de cada día en su casa de la infancia. ¿Cómo no iba a ensayar algún dibujo? Pero en él había más: una fiebre, una inquietud por buscar la imagen que no es imagen sino de uno mismo.
“La gente cree que un buen dibujante es el que dibuja igual que una foto. Pero para foto, está la foto. El realismo es fácil. Lo difícil es dibujar”, supo decir en una excelente nota que hicieron en el suplemento Radar, al momento en que expuso su muestra de “500 dibujos).
Será por eso que Diego Parés arrancó con su historia profesional ya desde chico. A los 14 años sus dibujos ya se publicaban en la revista CantaRock.
Obvio, la vocación llamaba. Así es que ingresó en la Escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia, donde se recibió de maestro de plástica en 1987.
Entre 1987 y 2006 publicó en las revistas Humor, Sex-Humor, Humi, Billiken, Gente, y otras.
El hombre y el trabajo
También supo encontrar el espacio para trabajar a destajo en la faena diaria y acuciante de las redacción: lo hizo en los diarios La Nación, Clarín y Página 12.
En el ‘93 publicó el libro “Buscando a Charly”, material recopilatorio de la revista Humor.
En el ‘95 co-editó la revista de historietas “¡Suélteme!”.
También publicó una veintena de libros para niños, entre los que se destacan los de “Superbúsquedas 1 y 2”.
En 2002 llegó el libro “Literatura Latinoamericana para principiantes”, junto a la escritora Florencia Abatte.
En 2007 el proyecto de agigantar a los personajes que creó para la revista Sex-Humor, durante los ‘90. Así es como presentó el libro de historietas “El sr. y la sra. Rispo” y lo expuso en el Centro Cultural Recoleta.
En 2008 hizo lo propio con los libros “Monsterville” para público infantil y “La esperanza fue lo último que se perdió”, para adultos, con el material de la revista Barcelona.
En 2011 publicó el libro de historietas “Correrías del sr. y la sra. Rispo”.
En 2014 el libro “500 dibujos” que él referencia en esta nota.
Actualmente publica diariamente “Humor Petiso” en La Nación y hace humor político, con guiones de Esteban Podetti, en la agencia de noticias Télam.
También desde hace 10 años publica en la revista Barcelona, y desde hace 8 en la revista Fierro.
“Humor Petiso. Las mujeres y los niños primero”, de Editorial Edhasa, es el último volumen que Diego Parés armó en el reciente 2015. Su búsqueda fue referenciarse en el humor gráfico argentino anterior a los años 60, viñetas repletas de señores grandes, narigones y de bigotes. Volver a la fuente, a la búsqueda del chiste por el chiste mismo.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Dos (muy) recientes notas a Liniers
El primer artículo pertenece al diario La Nación y fue publicado a principios de este mes. Está referido a la presentación del segundo y gigantesco tomo de Macanudo Universal.
El segundo es el habitual reportaje -"En Terapia"- de José Eduardo Abadi para la revista Viva (en este caso, de ayer domingo 22).
El dibujante, durante la presentación. Foto:Santiago Filipuzzi
UN universo no alcanza
para contener a Macanudo
para contener a Macanudo
por Natalia Blanc LA NACION JUEVES 05 DE NOVIEMBRE DE 2015
Liniers presentó el segundo volumen de Macanudo Universal, que reúne en "un libro grandote, hermoso y caro" -según explicó su creador- las tiras publicadas cada día en el diario
Liniers presentó ayer en la librería El Ateneo Grand Splendid su libro Macanudo Universal 2, que reúne las tiras de su entrañable personaje publicadas en Macanudo 6 al 10.
De tapa dura y grandes dimensiones, es un libro objeto para leer, mirar y coleccionar. En 500 páginas le ofrece a los lectores lindas sorpresas como un poster desplegable con los personajes, historietas inéditas y fotos curiosas de tatuajes de Enriqueta, el gato Fellini y el monstruo Olga, enviadas por sus fans.
"Quisimos hacer un libro grandote, hermoso y caro", dijo Liniers en el inicio de la presentación, que consistió en una entretenida charla de más de una hora con el público, cara a cara, sin intermediarios.
Micrófono en mano y de excelente humor, el dibujante contó que este segundo volumen fue publicado por La Editorial Común, el sello independiente especializado en humor y novela gráfica que fundó con su mujer, Angie.
El desafío, entonces, era alcanzar el nivel del primer Macanudo Universal, que editó De la Flor hace un tiempo. Con una gran sonrisa y mirada de satisfacción, Liniers dijo que están felices porque superaron el objetivo. "Ya somos una editorial madura", remató. Y es cierto: al recorrer las páginas se advierte el cuidado y arduo trabajo detrás de este enorme proyecto.
Dedicado a sus hijas, Matilda, Clementina y Emma ("mis tres colores primarios"), el libro tiene prólogo de René Pérez Joglar, el cantante de Calle 13. También, selfies de Liniers con los dibujantes que admira: Art Spiegelman, Matt Groening, Quino, Alberto Montt son algunos de los 122 retratados.
Liniers, explicando la génesis de su alter ego conejil
En la charla, el ilustrador habló de sus influencias en el género y contó que comenzó a dibujarse a sí mismo como un conejo inspirado en dibujos de Spiegelman y Groening:
"Tomé las orejas de un personaje de Groening anterior a Los Simpson y parte de la cara de un ratón de Maus, de Spiegelman, le puse anteojos y listo", reveló entre risas.
Hubo muchas otras anécdotas. Como, por ejemplo, sus inicios en un medio gráfico con la tira Bonjour y el nacimiento de Macanudo, que publica todos los días en La Nación:
"Quería hacer un personaje optimista porque estábamos en una época oscura del país (2002), en plena crisis, y también quería rebelarme contra el humor fácil, ese que se burla del otro y se hace el canchero. Así nació Macanudo".
Cuando comenzaron las preguntas del público, un chico quiso saber con cuál de sus personajes le gustaría trabajar:
"Con Olga seguro que no porque es un bicho peludo que sólo dice Olga, Olga".
Después de la charla, Liniers firmó ejemplares del libro. Uno por uno: dibujo y dedicatoria especial para cada lector. Y selfie, claro.
"LA FAMA es una enfermedad,
pero todos quieren tenerla"
pero todos quieren tenerla"
Clarin.com • Viva • 22/11/15
En Terapia con José Eduardo Abadi
Fotos de Ariel Grinberg
En Terapia con José Eduardo Abadi
Fotos de Ariel Grinberg
Un creador: De pibe más que tímido a protagonista de la escena, se volvió notorio como dibujante, con su tira Macanudo. De allí saltó a pararse frente al público junto con Kevin Johansen. Superó inhibiciones, fundó una editorial y ahora está convencido de que hará todo lo que disfruta.
Te conocen como Liniers, el dibujante, pero te volcaste hacia más campos. ¿Cómo definirías a qué te dedicás?
Siempre traté de no definirme porque si digo dibujante, me pregunto si no puedo ser nada más. Diría que soy alguien que trata de hacer lo que le gusta. Dentro de ese marco sí me defino, y subrayo el “trata”. A veces, sale; otras, no.
Inventás situaciones y las trasladás a distintas formas de expresión. ¿Cómo llegaste a esta tarea?
Es raro. En algunos momentos hay quienes te van proponiendo el trabajo que tenés que hacer. A veces, en cambio, procedés por intuición. Sobre todo cuando te gustan las historietas.
¿Desde chiquito te gustan?
Claro. Yo empecé a leer con Mafalda. Siempre subrayo que no hay que subestimar los libros que se les da a los chicos. Los libros de grandes y los libros de chicos son iguales: hay buenos y porquerías. Mafalda no te enseña a portarte bien, sino a cuestionar.
El cuestionamiento que surge de la pregunta.
Y los porqués. No debería acabarse la edad de los porqués. No estamos mucho acá, no creo que venga alguien y diga: “Listo, ya sé todo. Se acabó el porqué ”.
Tu trabajo tiene la curiosidad, la sorpresa y lo inédito.
Yo me siento a dibujar la tira para ver qué va a salir. Yo no sé con qué me voy a encontrar y qué se me va a ocurrir: me entero cuando me siento a dibujar.
Te sorprendés con lo que aparece.
Arranca así. Me aburre si algo de lo que aparece en esa tira no me toma de sorpresa. No me divierte hacer el trabajo físico de dibujar. Tenemos la idea de que es un ratito, diez minutos o media hora, pero después estás dibujando tres horas la tira; horas en la que no ves nada raro. Y no es que toda la tira tiene que ser increíble, pero algún factor tiene que llevar a decir: “Esto es raro, no se me había ocurrido. Lo voy a dibujar”.
¿Surge mientras lo dibujás?
Sí. Con el lápiz tiro pruebas con algún personaje. Si ves que ese personaje ese día no está muy generoso, vas para otro lado. Puede pasar que encendés la tevé, ves algo feo y querés contarlo. Otras veces, hago chistes para que la gente no se enoje tanto conmigo.
Tu método consiste en que la mano, al principio, va siendo dirigida por el dibujo. Y, de repente, éste se te impone y va dirigiendo a tu mano.
Y así se arma mucho de lo que hago. Eso es lo que le da funcionamiento a la tira. Hay muchos personajes que van apareciendo y, de entrada, no sé qué son. Los voy haciendo, pero no sé si durarán dos tiras o siempre.
¿Te llevás bien con los personajes?
Sí. Hice el intento de dibujar políticos en Macanudo, que están en mi libro Macanudo Universal 2, que acabo de publicar. En 2002, aproximadamente, había hecho una serie de tiras con los políticos como niños: estaban De la Rúa, Menem, Duhalde y más y no se hacían cargo de que habían roto una lámpara. Descubrí que me caen mal hasta de niños y que no los quiero dibujar más (risas). Hay humor político enMacanudo, pero no está apuntado a nadie.
Es una posición frente a la política.
Sí. Hay muchas cosas puntuales en las que querés marcar posición y lo hacés en la tira. Pero no me interesa hacer chistes de los políticos. No me interesa votar por ellos, imaginate.
A Mafalda la tomás como motivo de inspiración y como descubrimiento profesional. ¿Tenés otro referente?
Mafalda te hace ser mejor persona. Quino está, para mí, en el mismo lugar que Chaplin o que Lennon. Son tipos que no te van a volver más culto si los leés o los escuchás, pero sí vas a ser un 0,7 por ciento mejor. Ellos, además de hacerte bailar, te dicen que se puede cambiar el mundo con el arte. Es pretencioso: no creo que se pueda cambiar el mundo, pero sí un granito. Los que sí cambiaron el mundo fueron The Beatles: hicieron que el planeta pensara de una manera cosas que ya se sabían. Lo dijeron igual, pero nos hacían bailar. El arte va por otro lado. Para que algo sea interesante, tenés que romper algunas reglas: si las seguís, sos un bodrio.
¿Tu familia tenía este código?
Tuve mucha suerte. Mi vieja fue de todo: hubo una época en que pintaba cuadritos, también escribió cuentos que publicaba en una editorial de libros. Cuando los leés, se entiende todo y decís: “Ahora entiendo la locura de este otro”. Mi viejo es abogado. Era un tanto conservador en cuanto al estudio.
La famosa seguridad...
De algo tenés que vivir. Yo empecé estudiando Derecho, pero no me gustaba.
¿Y eras consciente de eso?
Sí. Pero era malo para Matemáticas, la sangre me da impresión y en mi cabeza quedaban dos o tres carreras más. Las historietas estaban muy lejos de la cabeza de mis padres, obviamente.
¿De la tuya también?
Siempre dibujé en el colegio, pero no se me hubiese pasado nunca por la cabeza que podía estar acá. Quino y Fontanarrosa eran como abstracciones, no eran seres humanos. Estos dibujos existían por sí mismos. No se me pasaba por la cabeza que uno podía sentarse y trabajar de eso. Mis viejos, por un lado, me daban esa cosa de que tenía que vivir y tener una carrera normal. Y, por otro lado, se obsesionaban con la cultura y con el arte. Esa obsesión por la cultura se coló en mi vida.
¿Eras un pibe de tener muchos amigos y de compartir historietas?
Era hipertímido, muy antisocial: me sentaba a dibujar en el colegio cuando todos los chicos jugaban al fútbol o a la mancha. Yo era muy malo con el fútbol.
Había un refugio.
Exactamente, eso está en común en casi todos los dibujantes.
Tenías pocos amigos íntimos.
Siempre había tres o cuatro aparatos conmigo y, juntos, dibujábamos. Seguíamos mucho a Steven Spielberg.
¿Cuándo se disolvió esa timidez?
Creo que en el transcurso de los 20 años. Cuando yo empecé a publicar en Página/12 me daba mucha vergüenza porque me cruzaba con tipos que yo leía en los libros. Iba medio aterrorizado y me sentía como un bicho raro .
A prueba.
Exactamente. Pero me obligaba a bajar la pared. Lo mismo pasó cuando publiqué Macanudo. No podía ser que, por timidez, no presentara libros e hiciera una carrera de historietista. Después, mi amigo Kevin Johansen me dijo: “Subite al escenario, va a ser divertido”. Yo, de nuevo, subí medio tímido... y ahí se fue todo a la mierda. (risas)
¿Qué edad tenías?
Lo de Kevin empezó a mis 30 y poquito más. Comencé hace seis o siete años. Es muy lindo sacarse de encima la timidez.
¿Cómo surgió Macanudo?
Había hecho una tira en Página/12 que se llamaba Bonjour. Tal vez, lo más cerca de lo que hacía yo es lo de Miguel Rep. No quería hacer un personaje y quedarme atado a él, ni quedarme atado a un sólo tipo de humor. Esa es la frustración de los dibujantes de personajes. Uno diría: “Te cansaste de Mafalda”. Y no: creo que se cansó del humor deMafalda.
¿A qué edad te casaste?
Me casé con Angie a los 27.
¿Tu primera novia?
Sí. Bah, mentira. Me rompieron el corazón un par de veces y, después, sí. Eso es obligatorio para cualquier artista.
Para cualquier ser humano.
Sí. Pero no hay nada más siniestro que un ganador (risas). Eramos novios desde hacía tiempo, nos casamos y ahora tenemos tres hijas. Es la compañera perfecta: estaba ahí, hecha a medida.
¿Cuál es la edad de tus hijas?
Tienen 7, 5 y 2.
¿Se involucran con tus dibujos?
Sí, y viceversa: les robo mucho. Porque tener tres chiquitas de esas edades es como vivir con Chaplin, con Luis Buñuel y con Buster Keaton, que son genios de la comedia, del surrealismo y de la belleza. Es toda una pequeña obra de teatro constante alrededor tuyo.
¿Vos te llevás bien con el éxito?
Todas las partes de la vida en las que me haya ido bien me encantan. La más pavota de todas es ser famoso. Si pudiese evitar ser famoso y tener todo lo demás... Me parece una de las cosas más sobrevaloradas que hay. Es como una enfermedad, pero todos quieren tenerla.
Qué presente que está tu espíritu de vida: buscar, hacer movimiento.
Y sí. Por ejemplo, tenemos una editorial con mi mujer. Yo publicaba con De la Flor y sentía que había llegado al Barcelona porque ahí estaban Fontanarrosa, Quino y muchos más. Después, con Angie empecé a viajar con las historietas y empecé a ver algo que me daba una sensación muy siniestra: muchos autores argentinos publican sus libros en Europa. Tipos que son admirados y famosos en Europa, que los mencionás acá y no los conoce nadie. Cuando vimos esto, con Angie dijimos que íbamos a tratar de hacer una editorial: Editorial Común.
¿Una situación traumática tuya?
Esa timidez que fue mi enemigo. Lo que te va cagando la vida sin darte cuenta. Por ahí pensaba que todo el mundo era igual. Me acuerdo perfecto del primer día de clase de primer grado: llegué a un patio enorme lleno de chicos. Los miraba y estaba seguro de que todos sabían qué tenían que hacer, todos menos yo.
Pasó el tiempo y hacés lo que querés. ¿Hay un deseo pendiente?
Mi techo era un laburo en un diario: así tenía guita todos los meses y les podía decir a mis viejos: “¡Ves que trabajo!”. Laburo en un diario, publiqué en De La Flor y conocí a Quino: las tres cosas que quería. Me dabas eso y firmaba con el Diablo. Lo que aparece, lo agarro y lo disfruto, como los recitales con Kevin Johansen. Nos hicimos amigos, pero eran dos mundos que no se tocaban. Kevin me inivitó al escenario. Lo hice: subí, como diciendo “prefiero fracasar públicamente y humillarme en vivo ante miles de personas, que quedarme en casa pensando en qué hubiese pasado”. Me divierto en los recitales, me hago el payaso y tengo humor autodestructivo.
Como Woody Allen...
Sí, bailaba, haciéndome el payaso, en el escenario, y pensaba que Quino no hacía eso. ¿No se supone que debía ser serio? Y pensé que no me senté a dibujar para ser Quino. Si disfruto de algo, lo hago.
Exactamente. Además, sos vos.
Ahí aflojé y seguí bailando.
lunes, 29 de diciembre de 2014
Entradas nuevas, pero no tanto... (II)
Ah, qué difícil se me ha hecho muchas veces cumplir con lo que me había propuesto y prometido en este 2014... Y aquí tenemos el último ejemplo: con fecha del 29/12, pero en realidad finalizado de corregir el 5/1, subo el aviso de algunas de las entradas pendientes. En principio: las últimas tiras de Teodoro, el final de "La Copa del Mundo" y unos bellos textos acerca de Quino y Liniers publicados recientemente en La Nación. ¿Misión cumplida? Hasta por ahí nomás, pero es lo que hay...
Teodoro y Cía en 1988 (II): 20-03-2014.
La Copa del Mundo (partes II, III y IV): 12, 14 y 15-07-2014, respectivamente.
Dibujantes x Dibujantes: 27-12-2014.
Teodoro y Cía en 1988 (II): 20-03-2014.
La Copa del Mundo (partes II, III y IV): 12, 14 y 15-07-2014, respectivamente.
Dibujantes x Dibujantes: 27-12-2014.
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Andanzas de Patoruzú,
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sábado, 27 de diciembre de 2014
Dibujantes x Dibujantes
Fotos de Pilar Bustelo y Eduardo Carrera, respectivamente (LaNación).
El diario La Nación publicó recientemente (on line y en papel) el suplemento "Las 50 personas que nos inspiraron en 2014".
Entre ellas, se encuentran Quino y Liniers, a través de bellos textos del propio autor de Macanudo y de Tute. Aquí va entonces la transcripción de ambos:
Entre ellas, se encuentran Quino y Liniers, a través de bellos textos del propio autor de Macanudo y de Tute. Aquí va entonces la transcripción de ambos:
Pensar el mundo con una sonrisa
por Liniers
EL CREADOR DE MACANUDO RECUERDA AQUELLA TARDE CALUROSA EN LA QUE HIZO FILA EN LA FERIA DEL LIBRO PARA QUE SU ÍDOLO LE FIRMARA UN EJEMPLAR DE TODO MAFALDA
Fue así. En el siglo pasado yo hacía una cola interminable con mi volumen de Todo Mafalda, soportando las altas temperaturas que se generaban en la Feria del Libro cuando todavía se hacía al lado de la facultad de Derecho. El plan era conseguir un dibujo de Felipe. No me interesaba mucho tener un autógrafo, pero si Quino me dibujaba a Felipe, ese dibujo ¡era Felipe!
La fila avanzaba a paso de tortuga (¡Burocracia, su lechuguita!) y el calor hizo que me quitara uno de los brazos del saco que estaba usando y me dejara puesto el otro. A medida que la cola avanzaba, trataba de pensar qué comentario meditado, inteligente e incisivo le podía hacer a Quino.
Yo, como casi toda mi generación, aprendí a leer leyendo Mafalda. Aprendí a querer los libros queriendo esos diez volúmenes de Ediciones De la Flor. Y no sólo eso. Aprendí a cuestionar todo leyendo Mafalda. Hay gente que cree que los niños deberían leer libros que les enseñen a portarse bien y a quedarse en su lugar y a comer todo lo que les ponen enfrente. Incluso la sopa. Mafalda, no. Ni Tom Sawyer, de Mark Twain; ni Peter Pan, de J. M. Barrie; ni Matilda, de Roald Dahl, te enseñan a portarte bien. Todo lo contrario. El mundo de los grandes es bastante idiota con sus absurdos problemas de grandes causados por grandes. Mafalda lo sabe. Y es como uno aprende a pensar por sí mismo. Que no te hagan tragar una sopa que no te gusta. Un libro que no te enseña a cuestionar no te enseña nada.
A lo mejor le podia decir algo sobre esto a Quino cuando me tocara el turno para que me dedicara el cada vez más pesado volumen de Todo Mafalda. O hablar de su trabajo post Mafalda. Cuando Quino se convirtió en el gran satirista argentino. Cuando llenó esas páginas no sólo de ese humor surrealista sino también de un tratado de observación humana. Una brújula moral (no moralista) codificada en cientos de dibujos en blanco y negro.
Hay autores y artistas que no sólo nos han entretenido, hecho bailar o pensar con sus obras; también nos han hecho mejores personas. Los Beatles y Bob Marley lo hicieron. Chaplin lo hizo. Vonnegut, Cortázar, Steinbeck y Dickens lo hicieron. Cuando uno se expone a sus obras se vuelve más humano. ¿Y cómo logran esto? Nos hacen percibir a los demás como seres humanos con los que compartimos esta esfera azul que gira alrededor del Sol a 106.000 km. por hora. La vida en las grandes ciudades nos enfría a todos y gradualmente perdemos la capacidad de empatizar. Pues bien, si uno se cruza con un hombre pidiendo algún tipo de ayuda en la calle, nos va a resultar más difícil mirar para otro lado si ese día estuvimos leyendo algunas de estas páginas de Quino.
A lo mejor le podía decir algo de eso. ¡Claro! Qué inteligente iba a quedar frente a Quino si le mencionaba a Dickens y a Cortázar. A lo mejor le podía pedir un Felipe y una Mafalda. Uy. Ya faltaba menos gente, cuatro o cinco personas, y era mi turno. Me empecé a poner nervioso. Lo veía firmar libros ahí tan cerca de mí. Con las mismas manos que habían hecho todas esas páginas ¿Qué le digo? ¿Le cuento que yo también quiero ser dibujante? ¿Le pido un consejo? No. No seas nabo. Mejor lo de Cortázar que te da un aire más intelectual… Uy, faltan dos y me toca a mí. Uuuuy, soy el próximo. –Hola –me saludó Quino–. ¡Qué raro como usás el traje! Me desconcentré. Me quedé mirándolo. Trabado. –¿Cómo te llamás? –R… Ricardo. Quino agarró mi Todo Mafalda, dibujó un globo de diálogo, escribió adentro “Hola, Ricardo”, lo firmó y me lo devolvió. –Chau, gracias por venir –me despidió. Y me fui. En estado de shock. Sin Felipe. Sin Mafalda. Pero feliz. Saludé a Quino ¡A QUINO! ¿Sabés qué? Yo me mando a ser dibujante.
La fila avanzaba a paso de tortuga (¡Burocracia, su lechuguita!) y el calor hizo que me quitara uno de los brazos del saco que estaba usando y me dejara puesto el otro. A medida que la cola avanzaba, trataba de pensar qué comentario meditado, inteligente e incisivo le podía hacer a Quino.
Yo, como casi toda mi generación, aprendí a leer leyendo Mafalda. Aprendí a querer los libros queriendo esos diez volúmenes de Ediciones De la Flor. Y no sólo eso. Aprendí a cuestionar todo leyendo Mafalda. Hay gente que cree que los niños deberían leer libros que les enseñen a portarse bien y a quedarse en su lugar y a comer todo lo que les ponen enfrente. Incluso la sopa. Mafalda, no. Ni Tom Sawyer, de Mark Twain; ni Peter Pan, de J. M. Barrie; ni Matilda, de Roald Dahl, te enseñan a portarte bien. Todo lo contrario. El mundo de los grandes es bastante idiota con sus absurdos problemas de grandes causados por grandes. Mafalda lo sabe. Y es como uno aprende a pensar por sí mismo. Que no te hagan tragar una sopa que no te gusta. Un libro que no te enseña a cuestionar no te enseña nada.
A lo mejor le podia decir algo sobre esto a Quino cuando me tocara el turno para que me dedicara el cada vez más pesado volumen de Todo Mafalda. O hablar de su trabajo post Mafalda. Cuando Quino se convirtió en el gran satirista argentino. Cuando llenó esas páginas no sólo de ese humor surrealista sino también de un tratado de observación humana. Una brújula moral (no moralista) codificada en cientos de dibujos en blanco y negro.
Hay autores y artistas que no sólo nos han entretenido, hecho bailar o pensar con sus obras; también nos han hecho mejores personas. Los Beatles y Bob Marley lo hicieron. Chaplin lo hizo. Vonnegut, Cortázar, Steinbeck y Dickens lo hicieron. Cuando uno se expone a sus obras se vuelve más humano. ¿Y cómo logran esto? Nos hacen percibir a los demás como seres humanos con los que compartimos esta esfera azul que gira alrededor del Sol a 106.000 km. por hora. La vida en las grandes ciudades nos enfría a todos y gradualmente perdemos la capacidad de empatizar. Pues bien, si uno se cruza con un hombre pidiendo algún tipo de ayuda en la calle, nos va a resultar más difícil mirar para otro lado si ese día estuvimos leyendo algunas de estas páginas de Quino.
A lo mejor le podía decir algo de eso. ¡Claro! Qué inteligente iba a quedar frente a Quino si le mencionaba a Dickens y a Cortázar. A lo mejor le podía pedir un Felipe y una Mafalda. Uy. Ya faltaba menos gente, cuatro o cinco personas, y era mi turno. Me empecé a poner nervioso. Lo veía firmar libros ahí tan cerca de mí. Con las mismas manos que habían hecho todas esas páginas ¿Qué le digo? ¿Le cuento que yo también quiero ser dibujante? ¿Le pido un consejo? No. No seas nabo. Mejor lo de Cortázar que te da un aire más intelectual… Uy, faltan dos y me toca a mí. Uuuuy, soy el próximo. –Hola –me saludó Quino–. ¡Qué raro como usás el traje! Me desconcentré. Me quedé mirándolo. Trabado. –¿Cómo te llamás? –R… Ricardo. Quino agarró mi Todo Mafalda, dibujó un globo de diálogo, escribió adentro “Hola, Ricardo”, lo firmó y me lo devolvió. –Chau, gracias por venir –me despidió. Y me fui. En estado de shock. Sin Felipe. Sin Mafalda. Pero feliz. Saludé a Quino ¡A QUINO! ¿Sabés qué? Yo me mando a ser dibujante.
El hombre que persigue el misterio
Liniers
por Tute
EL HUMORISTA GRÁFICO EXPLICA CÓMO LA AUSENCIA DE FRONTERAS EN EL UNIVERSO CREATIVO DE SU COLEGA HACE DE SU OBRA UN ACTO SINGULAR, IRREPETIBLE Y MÁGICO
La llegada de Liniers a la prensa fue una bocanada de aire fresco para la historieta nacional.
Lo conocí hace unos cuantos años ya, cuando empezó a publicar en La Nación en 2002. Como buen vecino de página, lo saludé desde mi cuadro de humor, que en aquel tiempo que ahora parece remoto era también vecino del de Maitena.
Su estilo me sedujo de entrada, era distinto de todo lo demás. Muy personal. Llegó con novedades, con lápices raros en su cartuchera. Con un humor muy singular articulado por mecanismos importados.
Podría explayarme haciendo referencia a su línea, su humor variopinto, lo artesanal de su método, su conocimiento del color y el equilibrio perfecto que logra en cada página, sus múltiples personajes o su genio creativo. Pero no. Prefiero hablar de la ausencia de fronteras en su universo. De su filosofía. De su capacidad para ir por todo aquello que, sencillamente, lo divierte, de aquello que lo intriga.
Porque lo que más destaco de su mundo tan entrañable y conmovedor no es su capacidad para crearlo y agregarle nuevos espacios cada día, sino su voluntad de hacerlo, su deseo de explorar el misterio, su optimismo y su valentía.
Para Liniers, todo es posible. Lo confirma cada vez que diseña una portada de libro, cada vez que se sube a dibujar a un escenario, cada vez que pinta un mural e inventa un personaje, viaja, actúa, canta (mal), escribe una carta o se dibuja a sí mismo.
Lo confirma cuando llega a hacer la tapa de la New Yorker, como sucedió un par de veces durante este año; cuando funda su propia editorial (La Editorial Común) o se lanza a pintar un mural. A cada rato patea el margen de lo calculado, abre una nueva puerta y nos la deja entornada al resto. Macedonio Fernández escribió: “Si muchos miedos, y una constante imposición del misterio, hacen a un humorista, nadie escribirá más alegremente, hará más optimistas que yo”. Claro, es que cuando estos tipos se divierten, divierten a todos los demás.
Su estilo me sedujo de entrada, era distinto de todo lo demás. Muy personal. Llegó con novedades, con lápices raros en su cartuchera. Con un humor muy singular articulado por mecanismos importados.
Podría explayarme haciendo referencia a su línea, su humor variopinto, lo artesanal de su método, su conocimiento del color y el equilibrio perfecto que logra en cada página, sus múltiples personajes o su genio creativo. Pero no. Prefiero hablar de la ausencia de fronteras en su universo. De su filosofía. De su capacidad para ir por todo aquello que, sencillamente, lo divierte, de aquello que lo intriga.
Porque lo que más destaco de su mundo tan entrañable y conmovedor no es su capacidad para crearlo y agregarle nuevos espacios cada día, sino su voluntad de hacerlo, su deseo de explorar el misterio, su optimismo y su valentía.
Para Liniers, todo es posible. Lo confirma cada vez que diseña una portada de libro, cada vez que se sube a dibujar a un escenario, cada vez que pinta un mural e inventa un personaje, viaja, actúa, canta (mal), escribe una carta o se dibuja a sí mismo.
Lo confirma cuando llega a hacer la tapa de la New Yorker, como sucedió un par de veces durante este año; cuando funda su propia editorial (La Editorial Común) o se lanza a pintar un mural. A cada rato patea el margen de lo calculado, abre una nueva puerta y nos la deja entornada al resto. Macedonio Fernández escribió: “Si muchos miedos, y una constante imposición del misterio, hacen a un humorista, nadie escribirá más alegremente, hará más optimistas que yo”. Claro, es que cuando estos tipos se divierten, divierten a todos los demás.
miércoles, 8 de octubre de 2014
La Nación entrevista a Tute
Esta nota de Loreley Gaffoglio se publicó hace un par de días en el diario La Nación de Buenos Aires. Nos encontraremos no solo con el dibujante talentoso, sino también con el hombre amable, inteligente y sensible. El creador de Batu, -que ha concretado variados proyectos, incluso más allá del humor gráfico- nos deja reflexiones que vale la pena leer.
"El humor gráfico está
muy emparentado con el psicoanálisis"
Foto: Patricio Pidal/AFV
Tras 15 años de presencia en las páginas de LA NACION,
el humorista publicó su primera novela gráfica
y prepara un ciclo de entrevistas para la TV
Por Loreley Gaffoglio - LA NACION
Lunes 6 de octubre de 2014
Hay al menos dos fechas iniciáticas en la biografía del humorista gráfico Juan Matías Loiseau, más conocido como Tute: agosto de 1999, cuando su poesía en viñetas, tan elíptica como escrutadora de la existencia, se insinuó en las páginas de LA NACION y selló el arrobamiento de sus lectores, y el 9 de mayo de 2012. Entonces, Tute debió aprender a convivir con la ausencia de una presencia. La de su mentor y cómplice intelectual, el recordado Caloi.
El padre historietista estimuló en el hijo la sensibilidad, la agudeza en la observación, la reverencia ante los detalles ínfimos, la bonhomía, también en el trazo desprejuiciado, y esa seguridad con la cual Tute asume que "todo siempre es posible".
Poeta, cineasta, compositor de tangos y de otros géneros, su universo creativo es un océano vasto para su expresión. A sus 12 libros de humor, Tute (40) acaba de sumar su primera novela gráfica: Dios, el hombre, el amor y dos o tres cosas más (Sudamericana), un libro de una sutileza exquisita que explora lo absurdo de la existencia, los meandros del amor. Pero el mes próximo, su personaje más popular, Batu, dará el gran salto a la TV, en micros infantiles para Paka Paka. Mientras tanto, el inquieto Tute define otro estreno para la TV con un novedoso formato de entrevistas gráficas.
Mi combustible creativo es poder expresarme. Puedo prescindir de dibujar, pero jamás de contar historias, ya sea en un poema, en una película, en una canción, o en una historieta. Necesito hacer algo con lo que observo, con los lugares insólitos donde me detengo, ya que uno empieza siempre por el mismo lugar: como observador. Se me pueden pasar elefantes por delante, pero es lo mínimo lo que despierta mi percepción. Recién después surge la necesidad de hacer algo con eso que observé, que nunca es azaroso. Creo que por algo uno observa lo que observa, y eso también genera una proyección en uno mismo.
Mi sensibilidad es genética y ha sido también estimulada. De chico, mi vieja nos mandaba a su taller, donde aprendíamos desde cerámica hasta grabado. En mi casa la posibilidad de expresión estaba en todas partes. Leí en un libro que me hizo mi madre que a los cuatro años, tirado en el piso, observando debajo de un mueble, callé a todo el mundo y les dije: "Silencio, que las pelusas duermen".
La mía fue una vocación heredada. Siempre supe que iba a ser dibujante. Me encantaba lo que hacía mi viejo. Para mí, trabajar era dibujar, y yo veía el éxito que él tenía: todo el mundo le pedía un dibujo, todos lo querían. Venían mis ídolos, Carozo y Narizota, a hacerle notas. Y él fue muy piola, nunca me enseñó a dibujar, nunca dijo: "Esto está mal, se hace así". Daba muchas libertades y arengaba: "Dale para adelante". Y facilitaba las herramientas. Me forjó en un pensamiento positivo; todo era posible. Ése es hoy mi gran capital y así me muevo: puedo hacer un disco o un libro de poemas.
Siempre plagiaba a mi viejo. De chico, me pedían tantos Clemente. Un día empecé a hacerlos yo, los firmaba Caloi y los cambiaba por figuritas.
La presión de la ocurrencia existe. La inspiración puede asomar en cinco minutos, o podés estar peleando todo un día con una idea torpe. Pero el humor gráfico termina siendo mitad arte y mitad oficio. Si tenés que publicar en un diario, muchas veces tenés que apelar al oficio más que a la inspiración.
Lo que más he producido son chistes vinculados con la pareja. Es un desvelo que en mí no decae. Es el mejor tema para el humor y lo que más me interesa, porque el amor es el gran motor de la vida.
Borges y Freud son mis grandes influencias. Borges es el escritor perfecto, la curiosidad innata. Y Freud, un tipo fascinante que descifró muchos códigos de la existencia. A ellos recurro. La técnica del psicoanálisis está muy emparentada con el humor: dónde pone el ojo el observador, ese moverse en la periferia de lo que se dice. El humor juega con esos disfraces, también con la poesía y con la síntesis.
Me gusta la intimidad que establece un dibujo, pero no el diario íntimo. Propongo espejos, expreso lo que necesito para que eso mismo se convierta en espejos para la gente, pero no en traductores de mi alma o de lo que me pasa. Semejante exposición me daría vértigo. Sólo propongo cosas y cada uno las verá de diferentes maneras. Mis dibujos pueden hilvanar una sutil biografía, pero nunca serán una autobiografía. Siempre estará la ambigüedad.
Tengo una personalidad dual. Son como dos partes antagónicas que coexisten en armonía. Está esa parte ansiosa que quiere todo ya y la otra, que es lo opuesto. Me encanta trabajar solo, en silencio, pero necesito del contacto social. Tengo una parte volada con mucho arrojo y otra que pide tierra firme y seguridad. Y eso se repite en mi trabajo. Hay un Tute pensante, que necesita del silencio, como en las tiras diarias, y hay otro Tute lanzado al vacío, el de la novela y de los cuadros dominicales, que trabaja con el inconsciente, el gran motor del humor. Utilizo lo que los psicoanalistas llaman atención flotante: lo que se supone que hace el analista mientras el paciente habla, no presta atención a lo que se dice sino a las asociaciones.
Creo que no voy a poder superar nunca la muerte de mi viejo. Reaparece todo el tiempo: en mi mano que dibuja, en mis hermanos, y puedo tener una conexión poética con él. Lo siento cada vez que me siento a laburar en su sillón. Es una ausencia crónica, como un dolor. Pero también es una nueva relación: el acompañamiento de esa ausencia, eso de decirme a mí mismo: "¿Cómo me relaciono con mi viejo ahora que no está?". No quiero pensar: "Ya está, no hay más nada". Lo sigo percibiendo y cuando no lo hago siento culpa.
Aprendí muchísimo a partir de la muerte de mi viejo. De los golpes, de la empatía y la compasión con el otro, de disfrutar de las pequeñas cosas. Son todos lugares comunes, ya sé, pero yo los aprendí recién ahí.
Para él: Siento el vacío/ ya no vuelo/ ya no sudan mis manos/ no canto sobre los discos/ cuando ando en auto solo manejo/ y camino al caminar/ no miro la luna y ni sueño al soñar/ dice que pasa/ que todo volverá a su lugar/ que las olas rompen siempre/ que es ancho el mar/ y no sé qué duele más/ si una ausencia que se queda o empezar a olvidar.
Juan Matías Loiseau, 1974 - Hijo de Caloi, Quino lo señaló como "el mejor dibujante de humor gráfico argentino". Publica desde 1999 en LA NACION y LA NACION revista. Es el creador de Batu, personaje que llegó al cine y la televisión. Lleva editados más de una decena de libros y acaba de sacar Dios, el hombre, el amor y dos o tres cosas más, su primera novela gráfica, que supuso la aventura de dibujar sin un boceto o idea previa. "Ese popurrí de ideas locas construye esta antinovela: un capricho gráfico", dice..
viernes, 23 de mayo de 2014
Quino fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias
Sé perfectamente que a esta altura la noticia ya no es novedad. Pero nunca me olvido que Sonrisas Argentinas, más allá de su idea central -que es difundir a los humoristas gráficos argentinos de ayer y de la actualidad-, no deja de ser un blog donde me gusta subir una parte de aquellas cosas que siempre he valorado desde el afecto. Por eso, este nuevo premio para Quino (y seguramente habrá más) tiene su lugar aquí, como quien quiere atesorar un libro o un recuerdo. Y en este preciso día me tomo el atrevimiento de considerarlo como un regalo, aunque el padre de la niña lejos esté de saber el porqué...
Por supuesto, dejo como en otras oportunidades un grupo de textos seleccionados de la web. Una nueva muestra de la universalidad de Quino y de su querida Mafalda...
Jueves 22 de mayo de 2014 | Publicado en edición impresa
El Mundo de Mafalda
Quino, distinguido en España con el Premio Príncipe de Asturias
Cuando se cumplen 50 años de la creación de la tira, el jurado del Instituto Cervantes decidió galardonar al humorista gráfico argentino; "sus personajes trascienden cualquier geografía, edad o condición social", argumentó.
Por Evangelina Himitian | LA NACION
Sonó el teléfono y Alicia Colombo contestó. El mensaje la dejó sin habla. Sin cortar, corrió hasta la cama, donde todavía dormía su marido y lo despertó: "Te dieron el Príncipe de Asturias". Así llegó hasta el departamento de Santa Fe y Talcahuano la noticia de que el humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado, mundialmente conocido como Quino, había obtenido el Premio Príncipe de Asturias 2014 en la categoría Comunicación y Humanidades.
El padre de Mafalda se puso de pie, convencido de que ése iba a ser otro día de preguntas difíciles.
¿Qué pensaría Mafalda hoy? "¿La verdad? No tengo la menor idea", repetiría hasta el cansancio.
"Mafalda es inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible. Sueña con un mundo más justo y respetuoso de los derechos humanos. Al cumplirse 50 años de su nacimiento, los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento. La obra ha sido traducida a innumerables idiomas, lo que revela su valor universal. Sus personajes trascienden cualquier geografía o condición social", destacó el director del Instituto Cervantes, Víctor de la Concha, durante el anuncio del premio en Oviedo.
La candidatura de Quino, que en julio cumplirá 82 años, había sido propuesta por el catedrático de geografía y demógrafo Rafael Puyol y despertó la simpatía de muchos de los 18 miembros del jurado. Su nombre se impuso en la última votación al periodista mexicano Jacobo Zabluduvsky, al filósofo Emilio Lledó, a la periodista congoleña Caddy Adzuba y al biólogo español Francisco José Ayala.
Sorprendido y halagado, aunque algo fastidiado de responder siempre lo mismo, Quino agradeció la distinción durante una conferencia de prensa en el Centro Cultural de España, con una advertencia: "Prohibido preguntarme qué diría hoy Mafalda. Uno llega cansado a los premios", aclaró.
"Espero que me invite a comer una tortilla", bromeó Quino al negar que el príncipe Felipe de Borbón lo hubiera llamado para felicitarlo.
Según Quino, la tira nació el 29 de septiembre de 1964, cuando se publicó en la revista Primera Plana. Ése sería el día que la "anotaron", porque en realidad el dibujo vio la luz dos años antes, a pedido de una agencia publicitaria que lo contrató para hacer la versión local de Charly Brown, para promocionar una cadena de electrodomésticos. La idea era regalarles los dibujos a los diarios como una especie de publicidad encubierta. Los diarios dijeron que no y las tiras quedaron en un cajón.
Mientras, Quino, que había dejado su Mendoza natal, ya se ganaba la vida como dibujante en varios medios porteños. Claro que para eso debió pasar casi "tres años miserables", según sus propias palabras, llevando dibujos a distintas editoriales. "Todos me decían lo mismo: que eran una porquería. Y tenían razón", dijo hace poco en una entrevista.
La primera vez que Mafalda fluyó de la lapicera de Quino habló con una lucidez universal, comprensible en cualquier parte del globo. Se la ve con un lápiz dibujando y se le rompe la mina. En el último cuadro reflexiona: "Estas cosas sólo pasan en este país".
"Mafalda nació así no por mí, sino porque ya estaba el Che Guevara haciendo la guerrilla en América latina, la guerra en Vietnam, Juan XXIII, las mujeres protestando por todo y salió así porque la época era así. Entonces parecía que el mundo iba a cambiar para mejor. Y cambió, no digo que para peor, sino para seguir siendo como siempre", ironizó.
Dejó de dibujarla en 1973, por una suma de razones. El gobierno militar, entre las principales: "Una chica como Mafalda no podía dejar de hablar de lo que estaba pasando. Y si yo hablaba de lo que estaba pasando, me tenía que ir del país, como ocurrió dos meses después", contó recientemente en una entrevista. En 1984, también había explicado que temía porque empezaba a repetirse: "Un dibujante me dijo una vez que cuando uno tapa el último cuadrito de una historieta con la mano y sabe cómo va a terminar debe dejar de hacerla. Y, bueno, eso me pasó".
Sólo volvió a dibujarla para afiches o campañas de bien público, como la que protagonizó para Unicef en 1977. Pero en 2005, por ejemplo, se negó a que se la usara para una campaña del Ministerio de Educación. "Nunca me afilié a ningún partido político. Antes prefiero ser francotirador", dijo aquella vez.
Hace siete años tuvo que desmentir que hubiera dibujado una tira inédita en la que Mafalda era atropellada por un camión de sopa.
"No tengo la menor idea de qué diría Mafalda 50 años después. Para mí es un dibujito. Hay gente que se enoja, pero para mí es eso. Lo que me sorprende es que, después de tanto tiempo, el pensamiento haya cambiado tan poco", remató.
EL 2014, EL AÑO DE LOS PREMIOS
En lo que va del año Quino recibió varias distinciones:
• Legión de Honor - En marzo, la embajada de Francia en la Argentina, condecoró a Quino con la Orden de la Legión de Honor, la distinción más importante que ese país otorga a un extranjero.
• Invitado al Salón de París - En el Salón del Libro de París, en marzo, que tuvo a la Argentina como país invitado, más de 1000 personas asistieron a una entrevista abierta con Quino.
• Apertura Feria del Libro - Fue invitado para abrir nada menos que la edición 40a. de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. "Me honra abrir la Feria. A partir de ahora me respetarán", bromeó.
• Homenaje a Mafalda - Uno de los actos más convocantes de esa Feria del libro, en Buenos Aires, fue el homenaje "Cincuenta años con Mafalda", en el que participaron José Feinmann, Rodrigo Fresán, Liniers y Juan Sasturain y Kuki Miler.
• Con los cómics famosos - En enero se incluyó en la 41a. edición del Festival Internacional de Historieta de Angoulême, Francia -la convención más importante de cómic e ilustración del mundo- la muestra "Mafalda, una niña de 50 años", con recreación de la vivienda de ese personaje y originales de Quino.
Conferencia de prensa en el Centro Cultural de España en Buenos Aires (Fotografía de Lucía Merle - Clarín)
Quino: premio Príncipe de Asturias para un artista universal
Es el primer historietista en ganarlo.
Mafalda, la tira que recorrió el mundo, retrata con agudeza y cariño la clase media argentina.
Clarín - 22 de mayo de 2014 (sin mención del autor)
Es 1935. Es Mendoza. Un matrimonio decide ir al cine y deja a los chicos a cargo del tío Joaquín. No hay televisión, claro, así que el tío ilustrador dibuja y hace dibujar hasta que a los chicos los vence el sueño: uno de sus sobrinos descubre esa noche, y para siempre, que de un lápiz puede salir un mundo.
Es 1963. El niño del descubrimiento ya estudió Bellas Artes, ya vive en Buenos Aires y ya vive de dibujar. La empresa de electrodomésticos Mansfield le encarga una campaña gráfica con la única condición de que el nombre del personaje principal empiece con M, como la marca. La empresa se funde. El personaje está inventado.
Es ayer a la mañana. Es Buenos Aires. Suena el teléfono en la casa de Quino –a quien le inventaron un apodo para no confundirlo con el tío Joaquín–. Llama su sobrina Julieta, atiende Alicia, la compañera de siempre del artista. El creador de Mafalda, sacándole punta y mundos a los lápices, acaba de ganar el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. No le habían revelado, la noche del martes, que era finalista, junto al periodista mexicano Jacobo Zabludovsky y al filósofo español Emilio Lledó. Que había superado a candidatos como la agencia fotográfica Magnum y los creadores de Skype.
“Esto me ha sorprendido mucho, no sé ni siquiera lo que tengo que decir... todavía estoy en la camita”, le dijo Quino a Clarín a media mañana.
Se trata de uno de los ocho premios que cada año otorga a cada ganador 50 mil euros y una escultura diseñada por Joan Miró.
Y se trata, nada menos, de la primera vez que la Fundación Príncipe de Asturias de España reconoce a un historietista: “La historieta debería ser más respetada. Puede ser considerada un ‘arte menor’, pero como medio de comunicación puede difundir humor y también ideas. Todavía hay quien te pregunta ‘¿Además de los dibujitos, qué trabajo hacen? Por ahí este premio los hace reflexionar, se entusiasman y leen una historieta. Como representante del colectivo de la historieta y el humor, me siento muy contento”, dijo ayer a la tarde Quino, en la conferencia de prensa que ofreció a los medios argentinos después de que los husos horarios le dieran prioridad a los ibéricos y de almorzar con Kuki Miler y Daniel Divinsky, editores históricos y escoltas en sus presentaciones.
"La obra de Quino conlleva un enorme valor educativo y ha sido traducida a numerosos idiomas, lo que revela su dimensión universal. Sus personajes trascienden cualquier geografía, edad y condición social”, señaló el jurado, que estará con el Príncipe Felipe en la entrega del premio, en octubre. Habla de un autor traducido a más de treinta idiomas. Que en la Argentina ha vendido unos 2,5 millones de ejemplares de cada uno de los diez volúmenes de Mafalda. Pero no sólo de ese personaje, su familia y sus amigos se nutre el premio: la burocracia, las desigualdades sociales y el poder siempre fueron tema para un retratista que encontró a una musa en la clase media argentina que volvía y vuelve del supermercado desencajada porque la inflación “SUNESCAN DALUNA BUSO”.
La vigencia que hizo estallar ayer las redes sociales, la que pone a Quino a firmar libros por tres horas y a tres generaciones en cada Feria del Libro es un misterio para el autor: “Lo que escribí hace 40 años sigue de moda, no lo entiendo, porque el mundo ha cambiado mucho; lo que creo es que la curiosidad infantil puede cambiar de tema pero se mantiene porque los chicos siempre tienen que aprender todo”, dijo ayer. A Clarín le contó que sus pasos por estas últimas Ferias, lo hacen sentir “muy contento”: “Uno se pasa la vida en una tarea solitaria y de repente le ves la cara a la gente que te ha leído”.
Ayer, entre amigos y periodistas de los dos lados del Atlántico, a Quino le surgió una reflexión: “¿Qué pensarían hoy mis padres, andaluces y republicanos, al saber que recibo un premio de la monarquía?”. ¿Quién sabe? Tal vez pensarían en lo bien que hicieron en ir al cine.
Quino gana el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
El humorista alcanzó un reconocimiento universal de la mano de Mafalda, que nació hace 50 años
El argentino se convierte en el primer dibujante distinguido en la historia de los premios
TEREIXA CONSTENLA Madrid 21 MAY 2014 - El País
La niña que filosofaba nació de la pluma de un ilustrador que pensó en hacer dibujos mudos. Quino, el viñetista que hoy ha recibido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, adoraba el arte silente de Buster Keaton. Por ese sendero siguió hasta que en una redacción de Buenos Aires le dijeron que el humor necesitaba palabras. Quino aceptó el consejo o la exigencia y llenó sus viñetas de nubes.
A veces con diálogos socráticos, a veces con las palabras justas, como cuando Mafalda, la niña filósofa con sopofobia que convirtió a Quino en un dibujante universal, solo acierta a gritar:
-¡Paren el mundo, qué me quiero bajar!
Joaquín Salvador Lavado, hijo de emigrantes andaluces nacido en Mendoza (Argentina) en 1932, ya no dibuja. En uno de esos golpes nada graciosos de la vida, su vista se ha ido debilitando. Pero lo que ha dibujado antes es suficiente para arroparle para siempre. Él, un humilde patológico, es profeta en su tierra y fuera de ella. El Príncipe de Asturias se suma a una larga de lista de reconocimientos para el humorista, que coinciden con la celebración de los 50 años del nacimiento de Mafalda.
Quino creó su gigante de seis años el 15 de marzo de 1962 para una campaña publicitaria para una marca de electrodomésticos que se frustró por el camino, pero el padre de la criatura prefiere fijar como fecha del natalicio el 29 de septiembre de 1964, cuando se publicó la primera tira en el semanario Primera Plana, de Buenos Aires.
La niña redicha de seis años apenas vivió una década en el papel impreso. Quino abandonó el personaje en 1973 sin que el personaje nunca le haya abandonado a él.
A diferencia de otros creadores abrumados por sus creaciones, camina contento de la mano de Mafalda. Se siente acompañado, aunque hoy habría retratado una familia reconstituida, como confesaba en una entrevista de 2013. En su famosa saga han envejecido el contexto social (el papel de la mujer encarnado por esa contumaz cocinera de sopa que es la madre de Mafalda y Guille) y el político (la dictadura argentina, que causó el exilio del humorista, se desmoronó en 1983 para dar paso a una democracia) pero sus recetas existenciales siguen vigentes. Como las preguntas del idealista Felipe (“¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fueran más importantes que los bancos?”) o las sentencias de la propia Mafalda (“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión”).
En su galería infantil, Quino aprisionó las grandezas y las miserias del mundo. El materialismo rampante (Manolito: "Todos somos iguales solo que algunos arriesgamos un capital"), el optimismo ante el mañana (Miguelito: “Yo, lo que quiero que me salga bien es la vida”) o el descreímiento insolidario (Susanita: “No es cuestión de herir susceptibilidades, sino de matarlas”).
Esta vigencia pesó en la decisión del jurado del Príncipe de Asturias: "Al cumplirse el 50 aniversario del nacimiento de Mafalda, los lúcidos mensajes de Quino siguen vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento".
Al Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades,dotado con una escultura de Miró y 50.000 euros, optaban 22 candidaturas procedentes de 14 países. Junto a Quino, el primer dibujante que entra en la galería de estos galardones, los aspirantes que llegaron hasta la recta final fueron el periodista mexicano Jacobo Zabludovsky y el filósofo Emilio Lledó.
El jurado que ha decidido el galardón estaba integrado, entre otros, por Inés Alberdi, Víctor García de la Concha, Adela Cortina y Luis María Anson.
Quino descubrió el dibujo gracias a su tío. "Yo heredé el nombre y el oficio de mi tío Joaquín. Ver que de su lápiz salían montañas, árboles, personas… me maravillaba. Todos los chicos dibujan, pero yo seguí. Estudié un poco en Bellas Artes y dos años después cometí el error de creer que a los 15 ya lo sabía todo y abandoné. De eso me arrepiento cada vez que puedo”, contaba en una entrevista con motivo de la publicación de su último libro, ¿Quién anda ahí? (Lumen), en 2013, casi seis décadas después de que se publicasen sus primeros dibujos. No volvió a dibujar a Mafalda salvo en ocasiones excepcionales, a petición de alguna organización solidaria como Unicef o en 1987, tras un fallido golpe de Estado de 1987 contra el presidente Raúl Alfonsín.
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